Poeta víctima de Castro
Por: José Luis Merino | 26 de diciembre de 2011 HEBERTO PADILLA (1932-2000)
A finales de los años sesenta, un jurado cubano de poesía, en el que se encontraba José Lezama Lima, concedió un importante premio nacional a Heberto Padilla por su libro Fuera de juego. El libro no fue del agrado del régimen de Fidel Castro. Acusaron a Padilla de verter en sus páginas una severa crítica a la Cuba postrevolucionaria. Fue encarcelado e instado a retractarse, y los miembros del jurado obligados a entonar públicamente un oneroso mea culpa. Todos sus miembros accedieron a ello, excepto Lezama Lima, quien se negó a pasar por aquella situación vergonzante.
Ante lo que se dio en llamar “el caso Padilla”, no pocas de las gentes del mundo de las letras, salvo los dogmáticos o los ciegos, quisieron saber: ¿¡QUÉ PASABA EN CUBA PARA QUE ENCARCELARAN A UN POETA Y SUS METÁFORAS!?
En 1980 Padilla fue autorizado a abandonar territorio cubano. A partir de ese momento quise ponerme en contacto con él. Logré localizarlo impartiendo clases en la New York University. Le escribí para proponerle una entrevista por escrito. Me contestó sin apenas dilación. Llegaron las respuestas con una carta al frente de ellas. Tanto en la misiva como en las respuestas se notaban unas ganas inmensas por ser amable con quien se dirigía a él.
Así la carta:
“Te escribo rápidamente a vuelta de correo para enviarte las respuestas a tu cuestionario. Son las únicas preguntas saludables que he recibido en tiempos. Si tus cuentos están escritos con la misma fuerza imaginativa, y lo cierto es que no puedo concebirlos de otro modo, deben ser buenísimos. Espero leerlos algún día”... “Gracias por tu carta”... “Envíame tus otras entrevistas para disfrutar, sobre todo, con las preguntas”.
Esta es una breve selección de sus respuestas:
¿La histeria lleva ropa interior?
Generalmente dicen que usa braguitas de mujer, pero no quieras tú verle la cara cuando se pone los calzoncillos rojos de ciertos militares.
Belleza, lo que se dice “belleza”, ¿puede ser pájaro, nube baja, ganas de seguir viviendo, instinto lúdico, mil kilos de rosas, hierba colorada, fresa loca, beso... ¿todo eso puede ser lo que es sin necesidad de ser Belleza?
¿No has pensado que esa enumeración podría competir con muchos poemas que por ahí presumen? Yo, sobre todo, la siento como un inventario de cosas que se ofuscan buscando sus rumbos naturales. Es la Belleza la que los necesita.
¿Sabías que los guerrilleros megalómanos llaman al fuego de sus metralletas poesía militar?
¡Que si lo sé! Esa imagen cautivó al parroquiano, al buen obispo y hasta al inteligente Cardenal.
¿Cualquiera puede ser Humphrey Bogart alguna vez?
Tendría el mismo éxito de alguien que quisiera imitar tus preguntas, aunque, como están las cosas, no me sorprendería que cualquier crítico encontrase más encanto en la parodia, por aquello de que es la revelación y la codificación de sus virtudes.
Ante lo que se dio en llamar “el caso Padilla”, no pocas de las gentes del mundo de las letras, salvo los dogmáticos o los ciegos, quisieron saber: ¿¡QUÉ PASABA EN CUBA PARA QUE ENCARCELARAN A UN POETA Y SUS METÁFORAS!?
En 1980 Padilla fue autorizado a abandonar territorio cubano. A partir de ese momento quise ponerme en contacto con él. Logré localizarlo impartiendo clases en la New York University. Le escribí para proponerle una entrevista por escrito. Me contestó sin apenas dilación. Llegaron las respuestas con una carta al frente de ellas. Tanto en la misiva como en las respuestas se notaban unas ganas inmensas por ser amable con quien se dirigía a él.
Así la carta:
“Te escribo rápidamente a vuelta de correo para enviarte las respuestas a tu cuestionario. Son las únicas preguntas saludables que he recibido en tiempos. Si tus cuentos están escritos con la misma fuerza imaginativa, y lo cierto es que no puedo concebirlos de otro modo, deben ser buenísimos. Espero leerlos algún día”... “Gracias por tu carta”... “Envíame tus otras entrevistas para disfrutar, sobre todo, con las preguntas”.
Esta es una breve selección de sus respuestas:
¿La histeria lleva ropa interior?
Generalmente dicen que usa braguitas de mujer, pero no quieras tú verle la cara cuando se pone los calzoncillos rojos de ciertos militares.
Belleza, lo que se dice “belleza”, ¿puede ser pájaro, nube baja, ganas de seguir viviendo, instinto lúdico, mil kilos de rosas, hierba colorada, fresa loca, beso... ¿todo eso puede ser lo que es sin necesidad de ser Belleza?
¿No has pensado que esa enumeración podría competir con muchos poemas que por ahí presumen? Yo, sobre todo, la siento como un inventario de cosas que se ofuscan buscando sus rumbos naturales. Es la Belleza la que los necesita.
¿Sabías que los guerrilleros megalómanos llaman al fuego de sus metralletas poesía militar?
¡Que si lo sé! Esa imagen cautivó al parroquiano, al buen obispo y hasta al inteligente Cardenal.
¿Cualquiera puede ser Humphrey Bogart alguna vez?
Tendría el mismo éxito de alguien que quisiera imitar tus preguntas, aunque, como están las cosas, no me sorprendería que cualquier crítico encontrase más encanto en la parodia, por aquello de que es la revelación y la codificación de sus virtudes.
En el año 2000 dieron la noticia de la muerte de Heberto Padilla. Pero no era verdad. Los poetas no mueren. Quedan E-N-C-A-N-T-A-D-O-S.