DESCRIPCIÓN DEL BLOG:

Es un blog literario dedicado íntegramante a destacar la figura de Heberto Padilla, escritor, poeta y hombre de pensamiento dentro del marco de las letras cubanas, así como, develar la génesis y las consecuencias dentro de la cultura hispana y universal del llamado Caso Padilla. Es nuestra intención acopiar documentos éditos e inéditos sobre el particular a modo de esclarecer las circunstancias que rodearon este momentum histórico y preservarlo como legado a las generaciones más jóvenes de escritores, poetas y artistas cubanos e hispanohablantes en general.

domingo, 24 de septiembre de 2017

HOY SE CUMPLEN 17 AÑOS DE LA DESAPARICIÓN FISICA DEL POETA HEBERTO PADILLA.
Heberto Padilla, el I Ching y el 2000
BELKIS CUZA MALE
A principios de 1972, nuestro amigo Alberto Mora, comandante y ex Ministro de Comercio Exterior de Cuba --difícil de ubicar en medio de una revolución de la que él habÍa formado parte-- llegó a casa acompañado de su amigo Benigno Regueira (también ex Vice Ministro de Comercio Exterior), y un libro, el "I Ching", recien editado por la Editorial Seix Barral, en España. Parecía verdaderamente animado y quería compartir con nosotros ese tesoro que es el "I Ching". Sin pérdida de tiempo abrió el libro y nos propuso leernos nuestro futuro. Sacando unas extrañas monedas de un bolsillo de su camisa comenzó a mirar en nuestro destino.
No nos sorprendió con el hallazgo de la primera parte de su lectura: el destino de Heberto y el mío corrían parejos, pero llegado a cierto punto, "algo", muchos años después, nos haría tomar senderos distintos. El de nuestro amigo Alberto, en cambio, aparecía envuelto en nubes grises y ni siquiera se atrevió a comentar los detalles. Dijo tan sólo que no era bueno. Y no lo fue: el 13 de septiembre de ese año se pegaría un tiro.
Aquel otro manual de numerología que Mercita Borrero (la hermana de la poeta Juana Borrero) me había prestado, señalaba también en 1975 ya algo definitivo: el 2000 traería una ruptura o cambio importante en la vida de Heberto.
Se acercaba la fecha de la Virgen de las Mercedes, cuando en 1978 fui a visitar la antigua Iglesia de la Merced, en La Habana Vieja. Las sombras y el silencio ocupaban todo el sitio, especialmente el de aquella antiquísima capilla entre rejas donde se alzaba un pequeño pedestal con su imagen. No sé de dónde salió la voz, pero levanté la vista y la vi allí, susurrando su mensaje: "Pídele, niña, pídele, que ella es la que abre las puertas de la cárcel". Luego me comentó que había estado presa y venía siempre a rezarle a la Vírgen. Y sí, no sólo le pedí a la Vírgen de las Mercedes que nos abriera las puertas de esa cárcel que era para nosotros Cuba, sino que fui y pedí una misa con esa intención a mi nombre, para el ya cercano día de las Mercedes, el 24 de Septiembre de 1978.
Esta foto que ven aquí, fue tomada el 17 de marzo de 1980, a la llegada de Heberto Padilla al aeropuerto neoyorquino La Guardia, tras haber sido autorizado por Fidel Castro a abandonar el país. Apenas hacía un año que yo había llegado a Estados Unidos, acompañada de mi hijo Ernesto, entonces con sólo 6 años. En la Isla quedaban Heberto, y mi hija María Josefina, con sólo 13 años.
Junto a Heberto estaba el Senador Edward Kennedy, quien realizó las gestiones ante el gobierno cubano y quien logró la salida de Heberto, tras gestiones del escritor Bernard Malamud y del editor Bob Silvers. El senador Kennedy, entonces aspirante a la Presidencia, envió a Montreal a su asistente personal Jan Kalinski a darle la bienvenida a Heberto y acompañarlo en su viaje a New York, donde Kennedy celebraría una rueda de prensa, informando de las gestiones que se llevaron a cabo con el gobierno cubano.
El 20 de mayo de 1983, el Presidente Ronald Reagan, en una discurso en Miami, destacaría las palabras de Heberto Padilla sobre la libertad. Este fue el comentario de Reagan:
"In 1980, a Cuban scholar named Heberto Padilla came to the United States after spending 20 years under Castro. He marveled at what he saw, something that he hadn't even noticed during his visit here 20 years ago. When visiting the campuses of our major universities, he said: " I am struck by something that will be obvious to all Americans: no one government official or colleague, has asked me what I was going to say in the seminars and courses that I'am going to give this fall. This is new for me. Simple, but true. It is difficult to ask anyone born into freedom to realize exactly what she or he possesses."
Well, Mr Padilla went on to explain that freedom is invisible. It is the absence of the government censor, the absent of the secret police, the absent of an agent of repression." **
Hoy se cumplen siete años de la muerte de Heberto Padilla. El 24 de Septiembre de 2000, día de la Vírgen de las Mercedes --¡qué coincidencia!--, se iría para siempre. Estaba solo en Alabama, enfermo e intentando inútilmente tomar control de su vida. Me había prometido que sólo enseñaría hasta diciembre en Auburn University. Quería descansar y emprender otra vida aquí en Texas. No pudo ser: lo dijo la lectura del I Ching que nos hizo nuestro amigo Alberto Mora, y también aquel manual de numerología que ya entonces señala el 2000 como año crítico, decisivo, en su vida. Y no, no debe ser una coincidencia la fecha escogida por Dios para que se abrieran las puertas de esa prisión que de algún modo también es nuestro cuerpo físico.
El autor de "Fuera del juego", tan vilipendiado por la tiranía, y por otros no menos repugnantes, descansa en paz ahora. Vive, que otra cosa no es el morir, porque el alma nunca muere.
** *Cuban Independent Day Remarks at a Cuban American National Foundation in Miami, Florida . Dade County Auditorium . May 20, 1983
REAGAN ON CUBAN. SELECTED STATEMENTS BY THE PRESIDENT. THE CUBAN AMERICAN NATIONAL FOUNDATION, 1984.

   TOMADO DE: https://www.facebook.com/belkis.cuzamale/posts/10155014267825678
  
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miércoles, 20 de septiembre de 2017


EL ENCARCELAMIENTO DE LOS POETAS HEBERTO PADILLA Y BELKIS CUZA MALÉ
EN LA CUBA DE FIDEL CASTRO
El poeta Heberto Padilla y su esposa,
la poetisa Belkis Cuza Malé
Dentro de dos meses, el 20 de marzo de 2013, se cumplirán cuarenta y dos años de que fueran arrestados el laureado poeta Heberto Padilla y su esposa, la poetisa y escritora Belkis Cuza Malé. Ambos fueron acusados por la policía política de los hermanos Castro de realizar actividades subversivas contra el régimen imperante en Cuba.
 
Dos meses después se dio a conocer una carta fechada el 20 de mayo de 1971, dirigida a Fidel Castro por sesenta y dos intelectuales europeos y latinoamericanos, en la que le expresaron su alarma por el arresto de Heberto Padilla, autor de Fuera del juego, uno de los más célebres poemarios escritos en el siglo XX.
 
Creemos un deber comunicarle nuestra vergüenza y nuestra cólera. El lastimoso texto de la confesión que ha firmado Heberto Padilla sólo puede haberse obtenido por medio de métodos que son la negación de la legalidad y la justicia revolucionarias. (…) lo exhortamos a evitar a Cuba el oscurantismo dogmático, la xenofobia cultural y el sistema represivo que impuso el estalinismo en los países socialistas, y del que fueron manifestaciones flagrantes sucesos similares a los que están sucediendo en Cuba”, se expresa en la carta. Entre los firmantes estaban renombrados izquierdistas como Susan Sontag, Margarite Duras, Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre.
Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir
Ni uno solo de los firmantes quiso percatarse de que los métodos estalinistas ya eran parte intrínseca del castrismo, que unos años antes había enviado a campos de concentración a más de veinticinco mil cubanos, entre ellos el actual cardenal Jaime Ortega Alamino y el cantautor Pablo Milanés; había transformado varias escuelas religiosas en sedes de la tristemente célebre Seguridad del Estado, la STASI caribeña; había eliminado la festividad del Día de Navidad y había prohibido realizar procesiones; los creyentes confesos no podían trabajar como educadores ni estudiar Historia, Periodismo, etc.; al solicitar trabajo o matrícula para estudiar, se nos preguntaba: “¿tiene creencias religiosas? (…) ¿tiene familiares en el extranjero?”.
 
Todo aquel que no aceptaba el pensamiento único de Fidel Castro era reprimido con el ostracismo, el destierro, la cárcel o el asesinato; marxistas, liberales, socialistas, trotskistas, democratacristianos, anarquistas, etc. poblaban las cárceles cubanas, donde la tortura ya estaba institucionalizada.
 
Gracias a la protesta internacional que provocó su encarcelamiento, Heberto Padilla y Belkis Cuza Malé fueron liberados. Padilla fue expulsado de la Universidad de la Habana y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y enviado a trabajar como traductor a la editorial Arte y Literatura.
 
Cuando Fidel Castro anunció su disposición a excarcelar a los presos políticos y dejarlos salir de Cuba, así como a los ex presos políticos, Heberto Padilla se dirigió oficialmente a él, solicitando su autorización para salir del país, pero le fue negada. Entre las numerosas gestiones de personalidades internacionales que se hicieron para lograr la salida de Padilla, se destaca la del editor de la revista The New York Review of Books, Robert B. Silvers, la del presidente del PEN American Center, el novelista Bernard Malamud, así como la del político e historiador Arthur Schlesinger, Jr., quienes solicitaron la colaboración del senador Edward Kennedy. Al fin el 13 de marzo de 1980, nueve años después de que se produjera el encarcelamiento de Heberto Padilla y Belkis Cuza Malé, el régimen de los hermanos Castro le informó al senador Kennedy que Padilla y su esposa podrían salir de Cuba hacia Estados Unidos -vía Montreal- el 16 de marzo de 1980. Heberto Padilla murió el 26 de septiembre de 2000, en su habitación de Auburn State University (Alabama), donde impartía la asignatura de Literatura Iberoamericana.
Carta de los sesenta y dos intelectuales
en protesta por el “caso Padilla”
                  París, 20 de mayo de 1971.
Comandante Fidel Castro
Primer ministro del gobierno revolucionario de Cuba:
 
Creemos un deber comunicarle nuestra vergüenza y nuestra cólera. El lastimoso texto de la confesión que ha firmado Heberto Padilla sólo puede haberse obtenido por medio de métodos que son la negación de la legalidad y la justicia revolucionarias. El contenido y la forma de dicha confesión, con sus acusaciones absurdas y afirmaciones delirantes, así como el acto celebrado en la Uneac en el cual el propio Padilla y los compañeros Belkis Cuza, Díaz Martínez, César López y Pablo Armando Fernández se sometieron a una penosa mascarada de autocrítica, recuerda los momentos más sórdidos de la época del estalinismo, sus juicios prefabricados y sus cacerías de brujas. Con la misma vehemencia con que hemos defendido desde el primer día la Revolución Cubana, que nos parecía ejemplar en su respeto al ser humano y en su lucha por su liberación, lo exhortamos a evitar a Cuba el oscurantismo dogmático, la xenofobia cultural y el sistema represivo que impuso el estalinismo en los países socialistas, y del que fueron manifestaciones flagrantes sucesos similares a los que están ocurriendo en Cuba. El desprecio a la dignidad humana que supone forzar a un hombre a acusarse ridículamente de las peores traiciones y vilezas no nos alarma por tratarse de un escritor, sino porque cualquier compañero cubano –campesino, obrero, técnico o intelectual– pueda ser también víctima de una violencia y una humillación parecidas. Quisiéramos que la Revolución cubana volviera a ser lo que en un momento nos hizo considerarla un modelo dentro del socialismo.
 
Atentamente,
 
Claribel Alegría, Simone de Beauvoir, Fernando Benítez, Jacques-Laurent Bost, Italo Calvino, José María Castellet, Fernando Claudín, Tamara Deutscher, Roger Dosse, Marguerite Duras, Giulio Einaudi, Hans Magnus Enzensberger, Francisco Fernández Santos, Darwin Flakoll, Jean Michel Fossey, Carlos Franqui, Carlos Fuentes, Ángel González, Adriano González León, André Gortz, José Agustín Goytisolo, Juan Goytisolo, Luis Goytisolo, Rodolfo Hinostroza, Mervin Jones, Monti Johnstone, Monique Lange, Michel Leiris, Lucio Magri, Joyce Mansour, Daci Maraini, Juan Marsé, Dionys Mascolo, Plinio Mendoza, Istvan Meszaris, Ray Miliban, Carlos Monsivais, Marco Antonio Montes de Oca, Alberto Moravia, Maurice Nadau, José Emilio Pacheco, Pier Paolo Pasolini, Ricardo Porro, Jean Pronteau, Paul Rebeyrolles, Alain Resnais, José Revueltas, Rossana Rossanda, Vicente Rojo, Claude Roy, Juan Rulfo, Nathalie Sarraute, Jean Paul Sartre, Jorge Semprún, Jean Shuster, Susan Sontag, Lorenzo Tornabuoni, José Miguel Ullán, José Ángel Valente y Mario Vargas Llosa.
El poeta y el dictador
Tania Díaz Castro
5 de mayo de 2011  
 
Aunque la revolución cubana pertenece a los tiempos modernos, las normas internacionales sobre el respeto humanitario hacia los prisioneros siempre las ha incumplido, sobre todo en el Departamento de Seguridad del Estado (DSE), organismo dirigido desde su fundación por el propio Fidel Castro.
 
Una de las prácticas más crueles del aparato represivo, ha sido utilizar la tortura psicológica como método para doblegar la voluntad del cautivo, aplicada por instructores adiestrados, conocedores de las características psicológicas del ser humano, para que tenga efecto hasta en hombres de agallas. Una de las víctimas de esas prácticas fue el poeta y novelista Heberto Padilla (1932-2000), detenido por Seguridad del Estado por manifestar sus opiniones políticas entre sus amigos.
 
A través de la viuda de Padilla, Belkis Cuza Malé, que vive en el exilio, se ha sabido que hasta el propio caudillo cubano calificó de error el mea culpa público que fue obligado a hacer el poeta, organizado por la Seguridad del Estado el 27 de abril de 1971, hace cuarenta años, después de haberlo amenazado durante prolongados interrogatorios en una celda tapiada, hasta que aceptara reconocerse culpable de lo que se le ordenaba.
 
Una semana antes del mea culpa, Fidel Castro había arremetido contra los escritores cubanos y extranjeros que habían apoyado a Padilla, llamándolos basura y ratas, en el discurso de clausura del Congreso Nacional de Educación y Cultura.
 
Aquel 27 de abril, aproximadamente cien escritores fueron localizados por teléfono y citados para que acudieran a una reunión urgente en la Sala Villena de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. Sus nombres aparecían en una lista que alguien revisaba a la entrada de la sala.
 
A la hora señalada llegaron Heberto y su esposa Belkis. El poeta comenzó a hablar. Parecía sereno, dueño de sí. ¿Realmente tenía interés en convencer a sus amigos intelectuales?
 
Lo acordado con la policía política era decir que estaba arrepentido de sus opiniones sobre la realidad del país, la libertad de expresión, los problemas económicos. Virgilio Piñera lo escuchó, aterrado y escondido detrás de una columna.
 
Norberto Fuentes pidió dos veces la palabra para renegar de sus comentarios, hechos a Heberto en sus conversaciones. José Lezama Lima no acudió a la cita. Dicen que hubiera muerto allí mismo de un infarto, al ser acusado de cómplice. Nicolás Guillén, como buen conocedor de las purgas y crímenes de Stalin, se quedó en su casa, acostado, “con gripe”.
 
¿A quién convenció Heberto, me pregunto hoy, si como dijo poco después: “No hay poesía que secunde a un tirano, porque cada verso es un dardo contra su existencia, cada línea su enemigo mayor”?
 
Cuando el autor de Fuera del juego terminó de explicar que había cambiado de criterios en una celda tapiada, un extraño silencio antecedió a los aplausos. ¿Se trataba de una prueba de que ninguno de los allí presentes aceptó que le taparan el sol con un dedo al poeta?
 
Heberto Padilla jamás hizo mal a nadie. A partir de aquella noche, como todo poeta amante de la vida y del amor, continuó luchando por su libertad y por la libertad de la mujer de su corazón.
“El caso Padilla”, 40 años después
Alfredo Fernández
27 de abril de 2011
 
La fecha 27 de abril de 1971 parece intrascendente. Más para nada lo es, pues ese día de manera oficial se marcó la ruptura de buena parte de la intelectualidad mundial con la Revolución Cubana.
 
Resulta que al caer la noche en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, Uneac, se celebraría uno de los actos más siniestros de autoinculpación que hayan tenido lugar en todo los tiempos en el hemisferio occidental; la víctima en cuestión sería nada más y nada menos que un poeta, Heberto Padilla (20 enero, 1932 – 24 septiembre, 2000).
 
Su agonía había comenzado justo cuatro años atrás, en 1967 cuando el jurado del premio de poesía de la Uneac, Julián del Casal, el cual estaba presidido por el poeta y novelista José Lezama Lima, le había concedido el primer premio a su libro Fuera del juego. El libro en cuestión abordaba uno de las relaciones que muy raras veces se da lugar en la literatura cubana, la relación poesía e historia.
 
El libro cuenta con versos como este que corroboran “la difícil relación”:
 
Ahí está nuevamente la miserable humillación
Mirándote a los ojos de perro
Lanzándote contra las nuevas fechas
Y los nombres.
¡Levántate miedoso.
Y vuelve a tu agujero como ayer, despreciado,
Inclinando otra vez la cabeza,
Que la Historia es el golpe que debes aprender a resistir.
La Historia es ese sitio que nos afirma y nos desgarra.
La Historia es esa rata que cada noche sube la escalera.
La Historia es el canalla
Que se acuesta de un salto también con la Gran Puta.
 
Resulta que el poeta Padilla, había trabajado a inicio de los años sesentas en la embajada cubana en Londres, allí, según diría años después en su libro La mala memoria, trabó amistad con intelectuales y artistas exiliados del campo socialista, como los checos Otta Sic y Karel Kosic, polacos, como Oscar Lange y Leazek Kolakowsky, húngaros, como Georg Lukács, y rusos como Evgueni Evtuchenko, quienes le advirtieron sobre los rigores de la vida en el socialismo y por qué no, fueron de cierta manera el motor impulsor de su famoso libro.
 
Este acto de “autoinculpación” celebrado en la Uneac habanera, ante los intelectuales cubanos más importantes del momento, resultaba el colofón de una detención que se le había realizado un mes antes a Padilla y a su esposa, la también poeta Belkis Cuza Malé (en la foto junto a su marido), por los órganos de la Seguridad del Estado.
 
Allí se le “preparó” para este día, donde “milagrosamente” el poeta Padilla se presentaba ante una repleta sala Villena de la Uneac no sólo “arrepentido” de haber escrito Fuera del Juego, sino también, como un equivocado “escritor burgués, indigno de ser leído por los obreros e incapaz de entender la complejidad del proceso revolucionario”. Durante el penoso acto el poeta también habló de su impostergable necesidad de pensar y actuar como “alguien al lado de La Revolución.”
 
Padilla durante su auto recriminación involucró a otros artistas y escritores, los cuales también tuvieron que auto reprocharse su pobre relación con el “histórico momento que estaba viviendo el país.”
 
La intelectualidad mundial y sobre todo la que había mostrado hasta ese momento su apoyo incondicional a la Revolución Cubana no tragó el anzuelo, el montaje teatral ya era conocido; Stalin lo había estrenado en 1938 durante los tristemente celebres “Procesos de Moscú.”
 
Así que “el arrepentimiento” del poeta Padilla causó totalmente el efecto contrario al esperado.
 
Intelectuales que hasta entonces habían apoyado a la Revolución Cubana, suscribieron una carta donde condenaban el hecho y de paso concluían su apoyo al proceso cubano para comenzar a concebirlo desde ese instante como una simple dictadura.
 
De esta manera los Premios Nobeles de Literatura Jean Paul Sartre, Octavio Paz y Mario Vargas Llosa junto a los también escritores Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Susan Sontang, Luis y Juan Goytisolo, etc., suscribirían la misiva. Los escritores Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Mario Benedetti, aunque condenaron el hecho, continuaron su relación de amistad con el gobierno cubano.
 
Padilla a partir del suceso tendría que vivir aún nueve años más de su vida en ostracismo, hasta que en 1980 pudo abandonar el país. Pero dejemos que sea el escritor Reinaldo Arenas desde su libro Antes que anochezca quien nos describa al poeta Heberto Padilla la última vez que lo vio en la isla:
 
“Cuando llegamos a la esquina de la calle 20 y la Quinta Avenida de Miramar, vi junto a uno de los grandes árboles que allí crecían a Heberto Padilla, que venía caminando por la acera; blanco, rechoncho y desolado, era la imagen de la destrucción. A él también habían logrado “rehabilitarlo”; ahora se paseaba por entre aquellos árboles como un fantasma.”
 
El caso Padilla no sólo significó un “parte aguas” en la relación de los intelectuales del mundo con la Revolución Cubana, sino que también marcó el comienzo, de manera explicita, de una política de “parametraje” hacia los artistas de la isla por parte del gobierno.
 
Política la cual el intelectual cubano Ambrosio Fornet ha nombrado como “EL Quinquenio Gris”, periodo que en realidad se extendió hasta 1980 y que imposibilitó a todo aquel que “no reuniera los parámetros políticos y morales” exigidos por el gobierno revolucionario, para desempeñar cualquier labor en la cultura.
 
La parametrización tenía como fin hacer a un lado del proceso revolucionario a homosexuales, y a todo aquel que su postura social pudiera considerarse “dudosa” hacia la Revolución o de “diversionismo ideológico.”
 
Por la importancia de este suceso para comprender a la Revolución Cubana creo que no se debe dejar pasar por alto, “la celebración” de los 40 años del suceso recogido en la historia de Cuba como: “El Caso Padilla.”
Tiempos difíciles
Manuel Díaz Martínez
15 de octubre de 2006
 
A principios de 1971, cuando Jorge Edwards llegó a La Habana para reabrir la Embajada chilena, en Cuba corrían tiempos difíciles. La férula impuesta por Fidel Castro a la creación cultural, 10 años antes, con su fórmula censoria “Dentro de la revolución, todo; fuera de la revolución, nada” -contenida en sus Palabras a los intelectuales- se había hecho más onerosa y ominosa a partir de 1968. Ese año, un jurado del que formé parte le concedió el Premio de Poesía de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) al libro de Heberto Padilla Fuera del juego, que el Gobierno consideraba contrarrevolucionario y cuya premiación intentó impedir.
 
Votar por Fuera del juego fue un desacato al dirigismo oficial, un acto de rebeldía que los mandos políticos, preocupados por los brotes de disidencia que en aquella época proliferaban en la intelectualidad de los países del Este, y temerosos de que en Cuba cundiera el ejemplo, reprimieron con saña.
 
En noviembre de 1968 comenzaron a aparecer en Verde Olivo, la revista de las Fuerzas Armadas, unos artículos firmados por Leopoldo Ávila, a quien nadie conocía. Se sospechaba que era un teniente del Ejército, un hombre de Raúl Castro, que dirigía esa revista.
 
El tal Ávila dedicó artículos rabiosos a Padilla, Virgilio Piñera, Antón Arrufat, Cabrera Infante... En algunos no falta el término homosexual blandido como anatema. Su artículo Sobre algunas corrientes de la crítica y la literatura en Cuba es la sinopsis del dogma gubernamental sobre la literatura y el arte, o sea, la horma para los creadores cubanos. En él se hacía la exégesis del apotegma de Castro antes citado, que es eco de la consigna de Mussolini “Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”. Pese al carácter programático del texto, en él hay espacio para capirotazos nominales: “Cabrera es un tallador de la CIA. Con Severo Sarduy y Adrián García trazan desde el extranjero el camino de la traición...”.
 
La tensa calma que siguió a aquellos premios de la UNEAC estalló en 1971 con dos incidentes ocurridos a comienzos de ese año y en los cuales se vio involucrado Heberto Padilla por su estrecha relación con los protagonistas. Uno fue la desavenencia entre las autoridades cubanas y Jorge Edwards, a quien esas autoridades acusaron de conspirar con Padilla contra la revolución. En marzo de aquel año, Edwards fue expulsado de Cuba. El otro incidente fue el arresto en La Habana, bajo la imputación de trabajar para la CIA, del periodista francés Pierre Golendorf.
 
A Padilla y a su mujer, la poetisa Belkis Cuza Malé, los detuvieron aquel mes. Los policías les abrieron la puerta del apartamento a empellones y los llevaron a un cuartel de la Seguridad, donde los incomunicaron. El revuelo internacional que el arresto del poeta provocó fue mayúsculo. Julio Cortázar fue uno de los que más defendieron a Padilla. Luego se echó atrás y culpó absurdamente a Padilla y a sus amigos del libro de Jorge Edwards Persona non grata. En la revista española Índice, Julio sugirió que Edwards hizo ese libro porque nosotros lo instigamos.
 
En abril, la Seguridad divulgó una “carta de Heberto Padilla al Gobierno Revolucionario”. La deprimente redacción y el grotesco contenido de esa carta inducen a suponer que nuestro poeta es tan autor de ella como de La Divina Comedia.
 
Tras la aparición de la carta, Padilla fue liberado y me llamó para decirme que iba a celebrarse un acto en la UNEAC en el que se autocriticaría y en el que la Seguridad me daría, como a otros escritores que él debía mencionar, la oportunidad de “reafirmarme” como revolucionario reconociendo en público mis “errores”. Yo continuaba aferrado a la quimera revolucionaria y acepté la invitación, pero no sabía de qué acusarme.
 
La autocrítica se efectuó en la noche del 17 de abril de 1971. Cuando entramos al salón, todo estaba a punto, incluyendo las cámaras del Instituto Cubano de Cine que filmarían el espectáculo. Nicolás Guillén, presidente de la UNEAC, se puso oportunamente enfermo y no asistió.
 
No olvido los gestos de estupor -mientras Padilla hablaba- de quienes estaban sentados cerca de mí, ni la sombra de terror que apareció en los rostros de aquellos intelectuales cubanos, jóvenes y viejos, cuando Padilla empezó a citar nombres de amigos suyos que él presentaba como virtuales enemigos de la revolución.
 
Los presentes que fuimos nombrados por Padilla hablamos inmediatamente después de él. Ya ante el micrófono, yo seguía sin saber qué decir. Pero hablé. En medio de mi difícil improvisación, me vi culpando de todo aquello a la dirigencia política por no haber mantenido un diálogo con los intelectuales, diálogo en el que, según pensaba yo, se hubieran resuelto sin traumas todos los conflictos. ¿Ingenuidad? Mucha. La experiencia suele llegar tarde, y la mía aún estaba en camino. Lo que importa es vivir para darle tiempo a llegar.
TOMADO DE:  https://profesorcastro.jimdo.com/heberto-padilla-encarcelado/

martes, 28 de marzo de 2017

Querido amigos:  Ya pueden adquirir un ejemplar del número de Primavera de Linden Lane Magazine en Amazon. Sólo tienen que tocar en el enlace:
 
 
 
Linden Lane Magazine Spring 2017, Vol 36 # 1
Benigno Nieto, Hedy Habra, Felipe Lázaro, Arién Peña Pupo, Humberto Arenal,  Robert Lima, Jorge Menéndez,  Francis Sánchez,  José Abreu Felippe.
Ilustrado por Hedy Habra,  Emilio Mozo,  Isabella Weissbert Maggi y Sergio Chávez
List Price: $15.00
8.5" x 11" (21.59 x 27.94 cm) 
Full Color on White paper
40 pages
ISBN-13: 978-1544969077 (CreateSpace-Assigned) 
ISBN-10: 1544969074 
BISAC: Literary Collections / Caribbean & Latin American

sábado, 25 de marzo de 2017


MARAVILLOSO DISCURSO DEL PRESIDENTE RONALD REAGAN DONDE SE REFIERE A HEBERTO PADILLA, AÑO 1983
Conchita Bouza
Ronald Reagan
1983:
In 1980 a Cuban scholar named Heberto Padilla came to the United States after spending 20 years under Castro. He marveled at what he saw, something that he hadn't even noticed during his visit here 20 years ago. When visiting the campuses of our major universities, he said, "I am struck by something that will be obvious to all Americans: No one, government official or colleague, has asked me what I was going to say in the seminars and courses that I'm going to give this fall. This is new for me. Simple, but true. It is difficult to ask anyone born into freedom to realize exactly what she or he possesses."
Well, Mr. Padilla went on to explain that freedom is invisible. It is the absence of the government censor, the absence of the secret police, the absence of an agent of repression.
United States
Florida
The American Presidency Project
Promote Your Page Too
Thank you. Thank you all very much. Senator Hawkins, Members of the Congress, Jorge Mas, Carlos Salman, ladies and gentlemen:
It's a great pleasure for me to be with a group of Americans who have demonstrated how much can be accomplished when people are free. Many of you arrived in this country with little more than the shirts on your backs and a desire to improve your well-being and that of your family. You came with a willingness to work and, yes, a consuming passion for liberty. There's a name for this kind of spirit. It's called the American spirit, and there's no limit to what it can do.
But let me interrupt myself here and say something about that American spirit. We could also say it's a Western Hemisphere spirit, because one of the great, unique things about this Western Hemisphere is that in all of our countries—yours, from the islands of the Caribbean to South, to Central America, and to North America, from the South Pole to the North Pole, with all of our countries, we can cross the boundary line into another country, and we're still surrounded by Americans, because we are all Americans here in the Western Hemisphere.
Examples of this spirit abound. Jorge Mas, chairman of the Cuban American National Foundation, came here 20 years ago, worked as a milkman to support himself. Today he owns a construction company that provides hundreds of people with meaningful employment. And when he isn't running his country—or company, he's immersed in activities like this one, trying to protect the freedom that has been so important in his life. Jorge Mas, thank you for all that you've done and all you're doing.
But Jorge's success story is no isolated example. There are so many. You know them—people like Armando Codina who came here alone as a child, his parents unable to leave Cuba, so he was sent to an orphanage and then to a foster home. It took courage for this little' boy to begin his new life. But now, at 35, he has a string of business accomplishments of which any individual many years his senior would be proud.
The world renowned ballet dancer, Fernando Bujones, is a Cuban American.
In my administration, we have Jose Manuel Casanova. He is the United States Executive Director of the Inter-American Development Bank.
And I have an announcement to make today that concerns another outstanding Cuban American, Dr. Jose Sorzano. He is currently our Representative on the Economic and Social Council of the United Nations. He's a distinguished scholar, specializing in political philosophy, history, and Latin America. And I want you to know—to be the first to know—that I intend to nominate Dr. Sorzano to be one of our nation's highest diplomats, to the post of Deputy U.S. Representative to the United Nations.
One of the TV cameramen with us today is Eduardo Suarez. He came to America just a few short years ago and recently won a Florida Emmy for his excellence as a television news photographer. Eduardo, congratulations.
The list goes on and on. People from every walk of life, of every race and family background, have made their mark in just about every corner of American society. A few months ago, I was honored to welcome to the White House a famous runner, Alberto Salazar. I didn't know what to say. He gave me a pair of running shoes— [laughter] —but I'm not sure what kind of a race he wanted me to run in. [Laughter]
Clearly, this country in America, the United States, has been good for you. But you have also been good for all of America and for the United States and for Miami. And I add, and for Miami. Twenty-five years ago, there were those who thought Miami had reached its peak and was on the way down. The economy seemed stagnant. There was little hope in sight. Today, Miami is a vibrant international center, a gateway to Latin America.
The stark contrast between your life and that of the neighbors and loved ones that you left behind in Cuba stands as evidence to the relationship between freedom and prosperity.
About 10 million people still live in Cuba, as compared to about I million Cuban Americans—people with the same traditions and cultural heritage, yet the Cubans in the United States, with only one-tenth the number, produce almost two times the wealth of those they left behind. So, don't let anyone fool you: What's happening in Cuba is not a failure of the Cuban people; it's a failure of Fidel Castro and of communism.
The Soviet Union with all its military might, with its massive subsidy of the Cuban economy, can't make the system produce anything but repression and terror.
It reminds me of the story—I happen to collect stories that the Soviet people are telling each other, the Russian people. It indicates their cynicism with their own system. This is a story of a. commissar who visited one of their collective farms, and he stopped the first farmer, workman that he met, and he asked about life on the farm. And the man said, "It's wonderful. I've never heard anyone complain about anything since I've been here." And the commissar then said, "Well, what about the crops? .... Oh," he said, "the crops are wonderful." "What about the potatoes? .... Oh, sir," he said, "the potatoes," he said, "there are so many that if we put them in one pile they would touch the foot of God." And the commissar said, "Just a minute. In the Soviet Union there is no God." And the farmer said, "Well, there are no potatoes either." [Laughter]
Cuban Americans understand perhaps better than many of their fellow citizens that freedom is not just the heritage of the people of the United States. It is the birthright of the people of this hemisphere. We in the Americas are descended from hearty souls—pioneers, men and women with the courage to leave the familiar and start fresh in this, the New World. We are, by and large, people who share the same fundamental values of God, family, work, freedom, democracy, and justice. Perhaps the greatest tie between us can be seen in the incredible number of cathedrals and churches found throughout the hemisphere. Our forefathers took the worship of God seriously.
Our struggles for independence and the fervor for liberty unleashed by these noble endeavors bind the people of the New World together. In the annals of human freedom, names like Bolivar and Marti rank equally with Jefferson and Washington. These were individuals of courage and dignity, and they left for us a legacy, a treasure beyond all imagination.
But today, a new colonialism threatens the Americas. Insurgents, armed and directed by a faraway power, seek to impose a philosophy that is alien to everything which we believe and goes against our birthright. It's a philosophy that holds truth and liberty in contempt and is a self-declared enemy of the worship of God. Wherever put into practice, it has brought repression and human deprivation. There is no clearer example of this than Cuba.
The people of Cuba have seen their strong independent labor movement-which existed before 1959—destroyed by a regime that shouts slogans about its concern for the workers; the suppression of the church, including the right of the church to broadcast and print God's word. It is a new fascist regime, where freedom of speech and press of every opposition group has been stamped into the ground with ideological zeal. And it doesn't stop there. Young Cubans are pressed into the military and sent to faraway lands, where hundreds have been killed, to do the bidding of a foreign government, defiling their hands with the blood of others, not serving their own interests, but propping up leaders who have no popular support.
But the people of Central America, with our support, have chosen a different course—freedom, pluralism, and free economic development. They, and we, are committed to this course and will not tolerate Mr. Castro's efforts to prevent it. They, and we, want Central America for Central Americans, and that's the way it's going to be.
The declining Castro economy continues to make a grotesque joke out of the ideological claims that Marxism is for the people. Nearly a quarter of a century after the Cuban revolution, the Cuban people continue to face shortages and rationing of basic necessities. Once one of the most prosperous countries in all of Latin America, it is rapidly becoming the most economically backward in the region, thanks to the Communist system.
You know, they say there are only two places where communism works: in heaven, where they don't need it— [laughter] —and in hell, where they've already got it. [Laughter]
And now, there is strong evidence that Castro officials are involved in the drug trade, peddling drugs like criminals, profiting on the misery of the addicted. I would like to take this opportunity to call on the Castro regime for an accounting. Is this drug peddling simply the act of renegade officials?, or is it officially sanctioned by the present Government of Cuba? The world deserves an answer.
On this day, we celebrate Cuban independence, something special for the people of the United States as well as Cuba. Eighty-five years ago, we joined together and fought side by side, shedding our blood to free Cuba from the yoke of colonialism. Sadly, we must acknowledge that Cuba is no longer independent. But let me assure you: We will not let this same fate befall others in the hemisphere. We will not permit the Soviets and their henchmen in Havana to deprive others of their freedom. We will not allow them to do that to others. And some day Cuba, itself, will be free.
The United States stands at a crossroads. We can no longer ignore this hemisphere and simply hope for the best. Jose Marti, the hero of Cuban independence, a man who spent so many years of his life with us in the United States, said it well: "It is not enough to come to the defense of freedom with epic and intermittent efforts when it is threatened at moments that appear critical. Every moment is critical for the preservation of freedom."
Now is the time to act reasonably and decisively to avert a crisis and prevent other people from suffering the same fate as your brothers and sisters in Cuba. Ironically, our biggest obstacle is not foreign threats, but a lack of confidence and understanding. There are far too many trying to find excuses to do nothing. If we are immobilized by fear or apathy by those who suggest that because our friends are imperfect, we shouldn't help them, if those trying to throw roadblocks in our path succeed and interpose themselves at a time when a crisis could still be averted, the American people will know who is responsible and judge them accordingly.
But as I told the Congress a few weeks ago, we've still got time, and there is much that can be done. The Congress can, for example, enact those trade and tax provisions of the Caribbean Basin Initiative that will put the power of free enterprise to work in the Caribbean. The Congress rightly believes that we must not totally focus our efforts on building the military capabilities of our friends. I agree. That's why 75 percent of what we've asked for is economic, not military aid.
But we must realize that our friends cannot be expected to stand unarmed against insurgents who've been armed to the teeth by the Soviet-Cuban-Nicaraguan axis. Any excuse for not providing our friends the weapons they need to defend themselves is a prescription for disaster. And again, those who advocate ignoring the legitimate defense needs of those under attack will be held accountable if our national security is put in jeopardy.
Teddy Roosevelt is known to have said, "Speak softly and carry a big stick." Well, there are plenty of soft speakers around, but that's where the similarity ends. [Laughter]
Let there be no mistake. What happens in Latin America and the Caribbean will not only affect our nation but also will shape America's image throughout the world. If we cannot act decisively so close to home, who will believe us anywhere? Knowing this, I recently nominated a special envoy, a strong leader, an individual eminently qualified to represent us in this vital region and to work closely with the Congress to ensure the fullest possible bipartisan cooperation. He's a man in whom I have the highest confidence and respect, a man you know well, former Senator Richard Stone.
When Senator Stone is confirmed, he will be directly involved with those seeking regional solutions to the problems in Central America. We are fully supportive of good faith efforts like the so-called Contadora Group, seeking to calm tensions and avert conflict. We hope that they'll be able to make progress, and we welcome the participation of all nations in the Americas who have a vital stake in Central America.
There is, of course, one top priority item on the agenda I've yet to mention. The Cuban people, as is the case in most Communist dictatorships, have been cut off from information. Many of the folks who've come to America in recent years, for example, didn't even know that Cuba had tens of thousands of troops in Africa, much less know about the casualties they've suffered. The greatest threats to dictators like Fidel Castro is the truth. And that's why I'm urging the Congress to approve legislation for the establishment of Radio Marti.
And let me state one thing for the record. There have been certain threats made about jamming the frequency of our domestic radio stations should we broadcast to Cuba. Such threats are evidence of the frightened and tyrannical nature of Castro's regime. Well, I can guarantee you today, we will never permit such a government to intimidate us from speaking the truth.
Cuban Americans play a unique role in the preservation of our freedom. Your Hispanic heritage enables you to better relate our good will to our friends in neighboring countries to the south. But you also have a responsibility here at home. I think one of our most dangerous problems in America is that many of our own people take our blessed liberty for granted.
In 1980 a Cuban scholar named Heberto Padilla came to the United States after spending 20 years under Castro. He marveled at what he saw, something that he hadn't even noticed during his visit here 20 years ago. When visiting the campuses of our major universities, he said, "I am struck by something that will be obvious to all Americans: No one, government official or colleague, has asked me what I was going to say in the seminars and courses that I'm going to give this fall. This is new for me. Simple, but true. It is difficult to ask anyone born into freedom to realize exactly what she or he possesses."
Well, Mr. Padilla went on to explain that freedom is invisible. It is the absence of the government censor, the absence of the secret police, the absence of an agent of repression.
You know, I couldn't help but think when those beautiful young people were here singing our two national anthems, so many—and so many of you—only know about the Cuba that some of us know about, the free Cuba, from hearing us talk about it. And you have a great responsibility to make sure that your sons and daughters, growing up, know of that other Cuba and share in your hopes and dreams. And we all have a responsibility to see that our young people in America who have come along at a later time know about a Cuba that was free.
Perhaps the best gift that you can give to your fellow citizens—and you've already contributed so much to our well-being—is a better understanding of that which they cannot see—the human freedom that surrounds them. Perhaps you can help them understand something that you know instinctively—the awesome responsibility that we have as Americans. For if we fail, there will be no place for free men to seek refuge. I'm counting on you to help me explain the threats in Central America, the threats you recognize so clearly.
Each generation of Americans bears this burden, and we're grateful to have you with us, sharing this heavy weight upon your shoulders. Teddy Roosevelt, a man who fought alongside your forefathers for Cuban independence, said, "We, here in America, hold in our hands the hope of the world, the fate of the coming years; and shame and disgrace will be ours if in our eyes the light of high resolve is dimmed, if we trail in the dust the golden hopes of men."
Today, let us pledge ourselves to meet this sacred responsibility. And let us pledge ourselves to the freedom of the noble, long-suffering Cuban people. Viva Cuba Libre. Cuba, si; Castro, no.
Thank you. Thank you. Thank you for having me here with you today, and vaya con Dios.
Note: The President spoke at 1:35 p.m. at the Dade County Auditorium following remarks and an introduction by Senator Paula Hawkins.
Prior to his remarks, the President met at the auditorium with leaders of the Cuban American National Foundation, an independent, nonprofit organization that hosted the celebration in recognition of Cuba's independence from Spain on May 20, 1902. The President then held a separate meeting at the auditorium with Florida Hispanic Republican leaders.
Following the conclusion of his remarks at the celebration, the President returned to Washington, D.C.
Citation: Ronald Reagan: "Remarks at a Cuban Independence Day Celebration in Miami, Florida ," May 20, 1983. Online by Gerhard Peters and John T. Woolley, The American Presidency Project. http://www.presidency.ucsb.edu/ws/?pid=41355.