DESCRIPCIÓN DEL BLOG:

Es un blog literario dedicado íntegramante a destacar la figura de Heberto Padilla, escritor, poeta y hombre de pensamiento dentro del marco de las letras cubanas, así como, develar la génesis y las consecuencias dentro de la cultura hispana y universal del llamado Caso Padilla. Es nuestra intención acopiar documentos éditos e inéditos sobre el particular a modo de esclarecer las circunstancias que rodearon este momentum histórico y preservarlo como legado a las generaciones más jóvenes de escritores, poetas y artistas cubanos e hispanohablantes en general.

sábado, 7 de agosto de 2010

HEBERTO PADILLA: OCHO AÑOS DE SU PARTIDA. TOMADO DEL BLOG DE BELKIS CUZA MALÉ.

Tuesday, September 23, 2008

Heberto Padilla: Ocho años de su partida

Hoy, 24 de septiembre, se cumplen 8 años de la muerte de Heberto Padilla.

Para recordarlo como se merece, copio aquí el poema ¨Día tras día¨, de su libro El hombre junto al mar, publicado por Seix Barral en 1981.


Un día de playa en el Club Ferretero de Miramar,
cerca de casa: Ernesto (con 3 años), Pablito, el hijo del poeta Pablo Armando Fernández, Heberto y yo. Año 1975.
Día tras día
Cada noche me libras
de la corona turbia
que amenaza las horas de mi felicidad
y llegas en puntillas lentamente
y me arrancas los ojos de humanista
susceptibles al sueño
de modo que la muerte no puede seducirme
Definitivamente soy tu modelo azul
temblando en cualquier agua en que tú me sumerjes
La flor monumental para el salón de té
de las embajadoras que ignoran nuestros nombres


Este es un poema con una anécdota: en 1976, un funcionario cubano del Ministerio de Relaciones Exteriores, tras ver mis pinturas, se llevó un grupo de ellas que yo tenía sin enmarcar, a fin de escoger algunas para su compra. Y antes de marcharse me encargó que pintase una muy especial, grande, para uno de los salones de alguna embajada cubana en el exterior. El funcionario, por lo visto, a quien yo no conocía y no recuerdó cómo se enteró de mis pinturas, ni sé su nombre, de seguro ignoraba entonces que vivíamos en el ostracismo absoluto.

Llena de ilusiones y optimismo, sobre todo porque necesitábamos el dinero, pinté una enorme flor sobre fondo azul --azul colonial, le llamo yo--, al óleo, aprovechando la tela de un antiguo cuadro, y al cabo del mes se lo llevé a su despacho. Recuerdo la expresión compungida de su rostro cuando me dijo: ¨Lo siento, no puedo comprarte nada a ti, ninguna de tus obras. Yo no lo sabía¨, y me devolvió el rollo de cartulinas con las pinturas que tenía para escoger. A esa ¨flor munumental para el salón de té de las embajadoras que ignoran nuestros nombres¨ se está refiriendo Heberto en su poema, y también cuando dice ¨definitivamente soy tu modelo azul¨.

Recuerdo que fue el 8 de marzo de 1976, Día Internacional de la Mujer, y en la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), donde yo trabajaba, se iba a celebrar el habitual almuerzo en homenaje a las mujeres de allí, servidas por los hombres. Todavía con lágrimas en los ojos, Ricardo Barrero, el inolvidable fotógrafo de mi vida habanera --- pues no sé cómo se las arreglaba para estar siempre a mi lado en los momentos inolvidables--, me retrató sentada a aquella mesa, al lado de mi no menos inolvidable y querido amigo, el pintor español/cubano, José Cid.Extrañamente este ejemplar que conservo tiene una larga dedicatoria, la mitad en alemán, dirigida a su amigo, el poeta Hans Magnus Enzensberger, y está fechada en abril 21 de 1981. Definitivamente nunca le envió el libro a Magnus, o quizás le hizo llegar otra copia.
!En paz descanse mi querido Heberto!
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Friday, August 29, 2008

Gracias, mi querida Zoé Valdés
http://zoevaldes.wordpress.com
por otorgarme el Premio Brillante Weblog. Cuánto honor me haces y como dice
nuestro querido Eufrates del Valle al aceptar el suyo, ¨por todo lo que has
hecho y haces para denunciar la dictadura cubana, en aras de una esperanza¨, y
también porque eres una motivación para todos los escritores y artistas cubanos
y un orgullo como mujer, a quien no la intimida nada.
Al recoger el premio debo premiar también siete blogs siguiendo las reglas del mismo.
He escogido estos que me acompañan diariamente en el quehacer vital:


http://http://eufratesdelvalle.blogspot.com/
http://zoevaldes.wordpress.com/
http://isis-lareinadelanoche.blogspot.com/
http://www.ahora.net/tbtn/ (The Big Times News)
http://www.emanaciones.com/
http://taniaquintero.blogspot.com/
http:algodar.blogspot.com/

• Al recibir el premio, se ha de escribir un post mostrando el premio y se ha de citar el nombre del blog o web que te lo otorga y enlazarlo al post de ese blog o web que te nombra ganador.
• Elegir un mínimo de siete blogs (pueden ser más) que creas que brillan por su temática y/o su diseño, para otorgarles el premio a tu vez. Escribir sus nombres y los enlaces a ellos en tu blog.
• Avisarles de que han sido premiados con el premio “Brillante Weblog”, incluyendo en el texto las Bases del concurso, para que continúen la red.
Muchas felicidades y bendiciones para los premiados.

Thursday, August 07, 2008

ESTE ES EL LINK AL NUEVO NUMERO DE LINDEN LANE MAGAZINE.



http://www.lacasaazul.org/Linden_Lane_Magazine_VolXXVII_2008.html

Nuestro LLM está disponible para ser leido en la web site de La Casa Azul.
Karin ALDREY le ha diseñado especialmente esta hermosa portada, desde la que podrán entrar a este nuevo número.

Tuesday, August 05, 2008

NUEVO NUMERO DE LINDEN LANE MAGAZINE: VOLUMEN XXVII Nos. 1 & 2. PRIMAVERA/VERANO 2008



Les presento el nuevo número de Linden Lane Magazine, con un pequeño homenaje a Zoé Valdés, que incluye una larga entrevista a la autora (con foto de Orlando Jiménez Leal), sus poemas inéditos y las ilustraciones del pintor cubano Ramón Unzueta y de la propia Zoé. Ilustran también el número los pintores cubanos residentes en New York, Gladys Triana y José Rosabal.

Completan este nuevo número de LLM, ¨Desde Cuba, dos cuentos de Madalina Cobián¨, poemas de David Lago González y Heriberto Hernández Medina; Tania Díaz Castro, también desde Cuba, rindiendo homenaje a la memoria de nuestro amigo, el inolvidable Walterio Carbonell; ¨Padilla, la poesía y la Historia¨, de Duanel Díaz Infante; ¨Contra Zoé Valdés¨. de Juan Abreu; ¨Eramos tan puros¨, de Vivian Gude recordando a Sergio Corrieri; ¨Pedro Monge Rafuls: el hombre de teatro en Nueva York¨, entrevista de Arturo Serrano; ¨Páginas de vida¨, de Liana María Alvarez, con introducción de Armando Alvarez Bravo; ¨Carta abierta al pueblo de Cuba del Comandante Pedro Luis Díaz Lanz (Ex-Jefe de las FAR)¨, quien se suicidó en junio pasado en Miami; ¨Banes y Guantánamo¨, de René Dayre Abella; Notas de libros de Armando Alvarez Bravo sobre La otra mejilla, de Belkis Cuza Malé; de la propia BCM sobre Félix Varela. Profundidad manifiesta, por Fidel E. Rodríguez; y de Jorge Luis Arcos, sobre la antología personal ¿Entonces, qué?, de L. Santiago Méndez Alpízar (Chago).

Para suscribirse a Linden Lane Magazine (se publica dos veces al año), envíe cheque o money order por la cantidad de $12 (o $22 para instituciones, y $60 para Europa u otra parte del planeta) a nombre de Linden Lane Magazine, a

Linden Lane Magazine
P.O: Box 101582
Fort Worth, Texas 76107


Si desea hacer una donación para propiciar la continuidad de nuestro magazine, que ya lleva 26 años de existencia, enviar la misma (cualquier cantidad es bienvenida y agradecida de corazón) a la dirección anterior. Gracias.

No deje de visitar nuestra web site
http://www.lacasaazul.org/
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Wednesday, June 11, 2008

Happy Birthday, Tonda (June 15, 2008)



¨Flor de cumpleaños, para Tonda¨
Mixed media

Friday, April 04, 2008

SIN LIBERTAD NO HAY UNEAC, NI PAIS


Belkis y Heberto Padilla en 1969, junto a la higuera de la UNEAC. He escogido a propósito esta foto con muchas sombras, porque refleja mejor que ninguna otra la energía de los acontecimientos futuros, que entonces éramos incapacez de prever.

Ahora que se está celebrando el Séptimo Congreso de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), me gustaría enviarle un mensaje a mis ex compañeros de la Unión, a aquéllos que formaron parte de mi entorno durante diez años en la redacción de La Gaceta de Cuba, unos como amigos muy queridos y cercanos, otros como simples compañeros de trabajo. Quisiera que este Congreso sirviera para recordar y homenajear a las víctimas, a los fusilados, a los condenados de por vida a celdas infrahumanas, y a los que fueron privados de su derecho a opinar y a diferir del sistema y de su Máximo Líder. Sé que pido demasiado, pero no se pueden intentar cambios cuando la mayorìa de los setenta y cinco periodistas independientes y disidentes de la Primavera Negra de 2003 permanece todavía cumpliendo largas y crueles condenas. O hay libertad para todos, o no hay UNEAC. Pidan libertad y pan para el pueblo y todo lo demás caerá por su propio peso.
Como un ¨saludo¨a ese Congreso de la UNEAC, les pongo aquí algunos capítulos de mi libro en preparación La buena memoria. Ojalá que los cambios en Cuba estuvieran en manos de un congreso de escritores y artistas. Al menos, me quedaría el consuelo de saber que han servido para algo más que para aplaudir la locura de Fidel Castro.


En 1969 la UNEAC le renovó el carnet de Miembro a Heberto Padilla. Sería la última vez, no lo volvieron a hacer en 1976.


¿Unión de Escritores?

Febrero y 1972

La calle H está empedrada desde Línea, vieja calle del Vedado que transito diariamente camino a la Unión --(UNEAC) Unión de Escritores y Artistas de Cuba). Calle con cuesta, donde florecen jardincitos tibios, a "lo cocinera", que se me hace más agradable si imagino que por aquí transitaban hace muchíismo años, más de medio siglo quizás, los carruajes tirados por caballos y más tarde los recien estrenados automóviles, que sin duda marcaban su paso a un ritmo distinto.
Porque el barrio de el Vedado no es demasido viejo. Lo he visto crecer desde las páginas de la revista Social, que reviso por las tardes en la biblioteca de la UNEAC. Aquí y allá fueron surgiendo las mansiones blancas de grandes jardines enrejados, y La Habana se ensanchó mientras aparecían como moscas "los palacetes italianos", de mármoles de Carrara y piedra de cantería. El color del vedado es el blanco, salpicado de rosas y enredaderas; lo veo alzarse sobre sus cimientos y pienso en lo hermoso que fue hace treinta años.
"Villa Cristina" se alza en la esquina de 17 y H, y apenas si se percatan los transeuntes de esas letras de hierro forjado que coronan la cancela principal, ahora siempre abierta. Cuando atravieso el jardín, con sus rosales a cada lado de la senda, y subo las pocas escaleras del frente, no acierto a imaginar cómo era esta mansión en su mejor época, cuando el señor Gelats la habitaba con su familia. Rondando va y viene Tomasita, la perra. Anda por toda la mansión con su aire de animal huérfano que ha encontrado un hogar. Con los años se ha puesto gorda, pero sin perder agilidad ni interés por lo que le rodea. Es parte ya de esta casa --quizás, su morador más importante--, y en las noches, compañera inseparable de esos dos italianos --de Sicilia, creo--, que trabajan de serenos, sobre todo de Stabile, a quien siempre adivino en trajines de "mercado negro", trayendo frutas y embutidos.
Sobrecogen las clásicas paredes de Villa Cristina, su monumentalidad, los cristales tallados de las puertas, la enorme escalera de mármol, como una sierpe que se desperezara. El vestíbulo principal es un semicírculo que da acceso a otras estancias amplias que se comunican entre sí con enormes puertas de corredera. Han cambiado mucho estas habitaciones: primero fueron salón de recibo, luego de conferencias, y ahora, la biblioteca.
Allí está Yvonne, con su cabellera rubia y su inocencia de muchacha que no crecerá nunca, y luego la otra Belkis, trigueña y joven, con aire más sofisticado.
"El dentista me ha dicho que aprieto demasiado los dientes cuando duermo --me cuenta--, y que estoy tensa, muy tensa".
Este sitio parecería poner tenso a cualquiera. Hay algo de pesadez mortuoria en cada uno de sus recovecos. el pequeño elevador es como un sarcófago vertical, por el que sólo sube ahora el poeta Nicolás Guillén, presidente de la UNEAC, aunque a veces algunos confiados visitantes se animan a tomarlo.
El despacho de Guillén preside los altos, con sus puertas pintadas de blanco, y él siempre detrás de su escritorio. Allí parece sentirse como en su casa, y a ratos suele visitarnos en el despacho de La Gaceta de Cuba; sonriente, con el ánimo de mostrarnos con orgullo infantil, alguna cosa sin importancia, pero que para él parece tenerla mucho: un reloj nuevo con manecillas magnéticas, que le ha regalado alguien; un libro suyo recien traducido al creota; un juguete o un artículo simpático que le acaban de enviar desde algún lejano sitio del mundo. Es un viejo afable, con su cabellera amarillenta, sobre lo largo, y el rostro ancho y mulato, con piel muy tersa, sin arrugas. Tiene la fortaleza de un tronco de árbol, y parecería no sufrir más que con las críticas acerbas de sus enemigos, de los que mucho se cuida. En el fondo es demasido vanidoso y sensible a todo lo que digan, lo bueno o lo malo. Su condición de mestizo lo ha perseguido siempre, porque algunos con mucho poder se ensañan con bromas racistas, y él lo sabe.
Quizás sin proponérselo se ha ido rodeando de negros y mulatos. Por eso la Unión de escritores tiene un alto porcentaje de ellos, como si sólo confiara en los de su raza para distinguirlos con su amistad y simpatía personales. Cuando regresa de sus viajes al extranjero trae regalos para los más cercanos y fieles: Esther, Bienvenido, Sonia...
Pero la nueva adquisión es Cuellar, viejo periodista de la revista Bohemia, recientemente incorporado a la redacción de La Gaceta de Cuba. Autor de un único libro de cuentos, que arrastra consigo a todas partes, es un experto en religiones afrocubanas. A Nicolás lo llama "El Animal", expresión de cariño que no sólo utiliza con él en privado; tampoco se oculta para hablar de los "trabajos" de brujería que siempre le recomienda a su viejo amigo en momentos difíciles. A pesar de ser un entendido en la materia, una tarde se sorprendió cuando le recomendé que tomara té de yagruma para su asma. Se maravillaba de mi comentario, pues nunca me había hablado de su padecimiento, ni mucho menos sabía yo que a esa planta se le atribuían dichas propiedades curativas.
De ahí partió nuestra amistad, que se basa en una mutua simpatía, sobre todo desde aquella vez en que mirándome con cara muy seria me dijo: "Belkis, tú te pareces mucho a Pola Negri". No pude menos que reirme de su ocurrencia y preguntarle dónde estaba entonces mi Rodolfo Valentino.
Cuellar es uno de esos seres difíciles de rechazar, porque además anda con un maletín negro lleno de dulces y caramelos para repartir. Vive en la Habana del Este y cría a un nieto que recientemente ha quedado huérfano, al morir su única hija. Su terror, me confía, es morirse antes de que elmuchacho se haga hombre y quede abandonado. Se lo pide a Dios todos los días, me dice, quiere vivir un poco más, pero tiene el corazón débil...


Foto y firma de Heberto Padilla en la parte posterior del último carnet de la UNEAC.

Junto al despacho de Nicolás están ahora las oficinas de La Gaceta, seis escritorios amplios y al centro una mesa redonda de caoba para celebrar las pocas reuniones de trabajo. Aquí todo es monotonía, y cada cual anda a su aire, sabiendo de antemano el papel que le ha tocado interpretar. Somos demasiado para un tabloide de apenas 24 páginas, que supuestamente debe aparecer mensualmente, pero que por problemas de la imprenta se publica cuando se puede.
Ocho personas, pero por lo menos ahora hay cuatro que no pueden realizar trabajo alguno. Entre ellas estoy yo. Nuestra obligación consiste, única y exclusivamente, en firmar el libro de entrada a las dos de la tarde y permancer sentados allí, al alcance de la vista, hasta que se vayan disolviendo todos en el atardecer. Nunca pregunto nada porque no me corresponde hacerlo. Hace mucho que se mantiene esta situación, que nos han prohibido participar del trabajo de la redacción; un castigo impuesto a raíz de nuestra "autocrítica", en aquella memorable noche del 27 de abril de 1971. Por eso nos hemos ido convirtiendo en un símbolo, al estilo de las estatuas de sal. Han dicho: "No podrán tocar las pruebas de plana, ni las galeras de La Gaceta". Lo ha dicho Luis Marré, el director, con esa turbación tan suya que lo caracteriza en todo momento, pero especialmente cuando tiene que poner las cosas "en orden" y parece no estar de acuerdo con el método. Entonces se enrosca en sí mismo, ladea la cabeza, se pone tartamudo y suelta a toda prisa su perorata tratando de lograr el estilo más natural del mundo, remedando el lenguaje de los campesinos, a cuya clase dice pertenecer con orgullo casi malsano.
De modo que el tiempo se hace infinito entre estas paredes. El pequeño despacho de Marré, como Jefe de Redacción, no tiene puerta, un simple closet, pero si alguien es llamado allí intuimos la gravedad del asunto, porque es un sitio que parece tragarse las palabras. Marré apenas disfruta de su "privacidad", pues anda toda la tarde dando vueltas por el edificio. Una vez al mes, cuando se siente realmente apremiado con el cierre de La Gaceta, se lo lee todo de una sentada.
Para que no me abrume el tiempo ni esta extrañeza de "ser sin estar", he traido labor de costura y me mantengo absorta, ignorante de todo lo que sucede a mi alrededor. Estoy confeccionando una sobrecama de retacitos, incrustándole flores que hago también enrrollando y rizando trocitos de tela. Me está quedando linda, y ya comienzan los demás a interesarse en lo que hago. Coso en presencia de la redacción completa, sentada cómodamente frente a la gran mesa. No sé si mi presencia de alucinada perturba a alguien, pero hasta ahora no me lo han prohibido. Mi colcha va creciendo con los días, soy ahora una especie de Penélope tropical, sin saber qué espero.
El horario, hasta ahora vacío, se ha ido llenando de contenido. Procuro llegar media hora antes de lo señalado y así leo las revistas extranjeras del mundo Occidental que tiene la biblioteca . Están sólo alcance de los miembros de la UNEAC, que son también los únicos autorizados a entrar en la casona de 17 y H. LLegan las suficientes para estar al día sobre lo que ocurre en Estados Unidos, Francia, Inglaterra y España, por citar sólo estos países. Revistas de todo tipo, de las que tomo nota y luego doy a Heberto cuando regreso a casa. De este modo nos mantenemos informados, pero el resto de los miembros de la UNEAC, salvo contadas excepciones, no parece muy interesado en estos magazines que mensualmente arriban en inglés, francés y español. Son muy pocos los que suelen frecuentar la biblioteca, pero yo vivo de ellas, me las devoro, y por las noches sueño que el mundo es como lo pintan las más hermosas páginas de arte o arquitectura, y que --además--, las editoriales extranjeras están ansiosas por publicar toda la literatura que escribamos. El mundo fuera de esta isla debe ser otra cosa, me digo, llena de ilusión.
A ratos comienzo a interesarme por otras materias, libros que pertenecieron a la biblioteca de Gelats, y que duermen un sueño eterno aquí esperando por alguien que los lea. Descubro uno maravilloso de botánica, que despierta en mí una súbita vocación por la naturaleza: quiero conocer los nombres de los árboles, arbustos y flores que me rodean. Aplico mis conocmientos en la medida que estudio, y en el propio jardín de la UNEAC trato de descubrir todo lo que leo en ese libro. !Qué fiesta del espíritu!
Para consolarme, me digo que no la paso tan mal, pues ahora comparto mi tiempo entre la biblioteca, la costura de mi colcha de retacitos y la botánica tropical. Todo eso parece estarme permitido, menos ser una escritora.
Al atardecer regreso a casa. Hago el camino de vuelta bajando hasta la calle Línea, impaciente por contarle a Heberto --prisionero en casa-- lo que he leido en la biblioteca o los incidentes del día en la mansión de los escritores. Así pasan los meses.


Asamblea de efectos eléctricos


Miguel Barnet y Belkis visitando en 1973 una casa del Cerro en la que vivió el poeta Rubén Martínez Villena. Foto de Ricardo Barrero.

Mayo, 1971
Sí, asamblea de efectos eléctricos. Hacía dos meses que me habían otorgado el bono que me daría derecho a comprar una olla de presión. Como tengo una hija pequeña obtuve más puntos que Sonia, la Secretaria General del Sindicato, o Celina, la Jefa de Personal. Pero hace dos meses las cosas eran distintas. No había sucedido aún lo que sucedió con Heberto y conmigo y no habíamos ido a parar a la Seguridad del Estado y, aunque marginados siempre, la vida era otra.
Veo a Bienvenido Suárez, el Administrador de la UNEAC dando lectura a las decisiones de la comisión y oigo cuando pide que levanten la mano para ratificar la elección. Me toca el turno, espero con impaciencia, pues necesito pasar el menor tiempo posible en la cocina. No sé por qué han demorado tanto en celebrar esta asamblea de ratificación, pero confío en que todo marche. Me han nombrado y es como si se hablara del fantasma de alguien ausente. Silencio total. Bienvenido vuelve a hacer la pregunta: "¿Están de acuerdo en ratificar el otorgamiento de la olla de presión a Belkis...?". Nadie levanta la mano; me fijo con tristeza distraida en aquellas caras duras, de jueces implacables, o de miedosos que no quieren ser juzgados a la vez. No todos son mis enemigos, más de cuatro son mis compañeros de desgracia, escritores marginados a quienes sólo se les ha dejado la oportunidad de asistir a las redacciones de La Gaceta de Cuba o la Revista Unión, en un simulacro de normalidad que huele mal. Somos un equipo de "caídos en desgracia", sin haber disfrutado nunca de la gloria de las altas esferas, por supuesto. Entonces, veo la cabeza del pintor José Cid, mi amigo, que ha hecho un movimiento a uno y otro lado, como para cerciorarse de que está solo en su audacia, y se permite levantar la mano por mí, tiene el valor de la solidaridad humana. Pero un brazo levantado no es suficiente, y Sonia se lleva el bono (que fue mío antes) para comprar una olla de presión. Con anterioridad ya ella había obtenido el del radio, la batidora, el televisor y el reloj despertador.

Enero, 1974
Junto a las palmas del caminante y el sendero por donde hacen su entrada los automóviles, la tierra ha devorado los canteros de "cangrejos" y "cintas". Me gusta formar un canal circular que dé brillo y encanto a estas hermosas plantas, abanicos del desierto que no sé cuándo ni cómo fueron sembrados. Hace un tiempo que en vista del escaso trabajo que hay en la redacción de La Gaceta, y ante el evidente deterioro del jardín, me he ofrecido para trabajar aquí en las mañanas, hasta que aparezca un jardinero. Quito malas hierbas, podo los canteros y, sobre todo, preparo el terreno que da a la "Casa de los plásticos", una vieja casa que los pintores, grabadores y escultores han adosado a la UNEAC; un jardín con malangas, que no sé por qué se ha ido extinguiendo, une las dos casas. Aunque el estilo es vetusto, típico de La Habana de principios de siglo, ha sido remozada con gusto y aloja un taller de grabado y un salón de exposiciones. Me he empeñado en hacer un hermoso jardín en el terreno común de las dos casas, y veo que mi esfuerzo comienza a tener éxito. Pero en general, ahora el jardín todo de la UNEAC se mantiene con mi esfuerzo, pues no han logrado contratar un jardinero, aunque el corte de la hierba lo realizan regularmente dos empleados de la administración. Descubro que hacer un jardín es una obra de creación y trabajo silenciosamente, con la alegría de un artesano, sin importarme ninguna otra cosa. A ratos, los visitantes extranjeros que pasan por la UNEAC elogian la hermosura del jardín, sin sospechar que no se debe precisamente a las manos de un experto, sino a las de una escritora en funciones extraliterarias, marginada de su medio, condenada prácticamanete al ostracismo, como la historia de aquella poetisa china obligada a laborar en la cafetería de la Unión de Escritores de su país.

Junio, 1975
Hay siete lavadoras rusas para entregar esta vez. Al poeta Miguel Barnet lo acaban de nombrar de la Comisión de selección. Es la primera vez que un escritor particpa en una actividad como ésta, donde prevalecen los activistas del sindicato. Pero Miguel ha comenzado"a mejorar" de posición y no cabe dudas de que ésta es una señal.
La comisión está presidida por Esther Borroto, quien nunca me ha tenido simpatías, es dirigente del sindicato y trabaja ahora como telefonista, aunque en un principio hacía la limpieza dela UNEAC. Partidaria entusiasta de la gente con poder, ve por los ojos de Nicolás Guillén, pero se inclina por la línea dura, porque en el fondo desprecia a los intelectuales. Comunista y bruja, no deja de mirarlo todo con suspicacia: parece una estatuilla de la Costa de Marfil. En su papel de "ama de llaves" de esta mansión, conoce todos los "secretos" y se despacha a su antojo con las frutas de los árboles del jardín, arrasados como por obra de magia durante las madrugadas.
Miguel me dice que no me preocupe, que él convencerá a Esther y esta vez obtendré la lavadora rusa, que tanta falta me hace.

Agosto 1975
Me la han otorgado, pero todavía no lo puedo creer; reuno el dinero y la compro. Con la ayuda de Hubert, un amigo que maneja una motocicleta con una pequeña plataforma de carga, la hago trasladar hasta la casa. Sube los escalones como si entrase una reina por la puerta, y la instalamos en el baño, con la esperanza de que nunca nos falte el agua que necesita.


El rey desnudo


Carnet de miembro de la UNEAC, renovado a Belkis en 1976, no así a Heberto ni a Virgilio Piñera, y si mal no recuerdo tampoco a Tania Dìaz Castro, entre algunos otros.

En la redacción de La Gaceta de Cuba, el poeta Luis Marré, director de esa publicación de la Unión de Escritores, insistió una tarde de 1978 para que no dejara de participar esa noche en un homenaje que la UNEAC iba a rendir. No se trataba de un acto social -- a los que nunca iba desde nuestra detención, y en principio por solidaridad con Heberto, que había sido marginado totalmente de la vida pública--, por lo que me rogaba que hiciera acto de presencia como empleada que era de la UNEAC.
A las siete, el jardín de la Unión de Escritores estaba repleto. El acto dio comienzo cinco minutos más tarde: sentados ante una mesa alargada cubierta con mantel, sobre la hierba, se encontraban Nicolás Guilén, presidente de la UNEAC, y cinco o seis personas más. Alguien abrió el acto para presentar al coronel Fabian Escalante, jefe de la Contrainligencia cubana, quien enseguida hizo un discurso sobre la razón del homenaje: la Unión de Escritores y Artistas, señaló enfático, deseaba patentizar su agradecimiento al Departamento de Cultura de la Seguridad del Estado por su magnífico aporte a las tareas culturales y, en especial, a la colaboración sostenida a lo largo de estos años entre los escritores y ese departamento...
Cada oveja con su pareja: aquel homenaje absurdo ponía en evidencia lo que ya era un secreto a voces, que todos y cada uno de los artistas y escritores estaban siendo controlados por la policia de la Seguridad. Incluso, por supuesto, aquellos que se encontraban en franca marginación, que no pertenecían a la Unión de Escritores, y los que habían decidido abandonar el país. Pero los más controlados eran los que disfrutaban de todas las ventajas como artistas "oficiales". Todos ellos estaban siendo sometidos al humillante control personal: intrigaran o testificaran contra los demás (amigos o enemigos), unos y otros eran víctimas de la maquinaria de la Seguridad, del miedo y el bochorno. Pero como en la historia de Anderson, nadie se atrevía a señalar que el rey estaba desnudo.
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Thursday, March 27, 2008

Pasen por mi blog http://www.belkiscubanparadiseart.blogspot.com y visiten mi nueva serie ¨Printemps. Homenaje a Venus y Marte¨.


¨Flor de la Noche¨, Belkis Cuza Malé (March 23, 2008)

Friday, March 21, 2008


Heberto Padilla, Belkis y Sammy Bayer en el apartamento de la Avenida 31 A de Miramar. La Habana, 1972

Las primaveras negras de Fidel Castro

El talón de Aquiles de Fidel Castro han sido siempre la cultura, los intelectuales. Como en la fábula de Esopo sobre la lengua, resultaron para él lo mejor y lo peor. Porque la cultura y los intelectuales le dieron a la revolución de Fidel Castro un perfil internacional, una resonancia, para bien y para mal. Sin caer en cuenta, creó una revolución apoyada en los intelectuales, en el auge de la cultura. Sin ellos, la revolución cubana hubiera pérdido esa ¨magia¨que le imprimían. Cuando Castro se dio cuenta de la trampa en que había caido, era demasiado tarde. Quiso poner límites con la fracesita ¨Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada¨, pero pronto le salieron los respondones y como Seúz, la Revolución comenzó a devorar a sus propios hijos.
Hombre de gran memoria para lo que le conviene, malévolo, Castro escogió la primavera para destruir a sus opositores del campo intelectual, a los que se le enfrentan con ideas. El 20 de marzo de 1971, Heberto Padilla y yo fuimos detenidos por la Seguridad del Estado, llevados a Villamarista, y clausurado nuestro apartamento del Vedado con aquel aterrador sello que decía textualmente: ¨Los habitantes de esta morada han sido puestos a disposición del Tribunal Superior Revolucionario Número 1 de La Cabaña¨. Sí, el tribunal que fusilaba a diestra y siniestra, y precisamente ubicado en La Cabaña, hoy sitio escogido por Castro para celebrar sus ferias del libro. !Qué paradoja!
Hace cinco años, Castro volvió a dar un zarpazo al comienzo de la primavera. Detuvo a 75 opositores, entre periodistas, escritores y pacíficos disidentes políticos Al poeta Raúl Rivero, por ejemplo, hombre de nuestra generación, lo mandó a detener precisamente ese 20 de marzo. Todavía están encarceladas la mayoría de las víctimas de entonces, algunos en grave estado de salud. Pero de nuevo, le ha salido el tiro por la culata al tirano. Hoy todo el mundo habla de ¨la primavera negra¨ y, por supuesto, de las Damas de Blanco.
Les incluyo un capítulo de mi libro en preparación La buena memoria Y una foto de la época. Bueno, de 1972, junto a nuestro querido amigo Sammy Bayer, un personaje también del que hablo en mi libro.


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¨Pájaro callejero no come caramelo¨, Belkis Cuza Malé. Tempera. Elizabeth, NJ, 1979.

Un cuarto de tortura con alfombra roja

Belkis Cuza Malé


No sé el tiempo que pasé sollozando, ahogada en lágrimas, tratando de controlar a la vez mi pánico y mi vergüenza. Concentrarme en los ruidos que me llegaban del exterior era un modo de forzar que el aire entrase a mis pulmones. Haciendo un enorme esfuerzo lograba poner también atención a esos ruidos. Porque a pesar de mi espanto, el mundo seguía existiendo allá afuera, y yo trataba de escudriñar --a través de paredes infinitas-- lo que de golpe y porrazo ya parecía perdido para siempre.
¿Qué estaría sucediendo allí afuera? ¿De quiénes eran esas voces? ¿Qué hora era? ¿Dónde estaba Heberto? ¿Estaría pasando por lo mismo que yo? ¿Quiénes jugaban ese partido cuyos ecos yo creía entrever o eran pura imaginación esas voces rotas? ¿Sospecharía alguien, ese señor que ahora de seguro cruzaba al otro lado la calle, lejos, que detrás de esos muros estaba encerrada una mujer, cuya peor tortura eran precisamente aquellas paredes? Una mujer inocente. ¿Pero inocente de qué? Sólo pueden proclamarse inocentes los acusados de cometer algún delito. ¿Y cuál era el mío? Ni siquiera sabía exactamente por qué estaba allí, y en mi lista personal de lo que yo consideraba un delito no existía nada de lo que pudiera inculpársenos ni a Heberto ni a mí. Pero había oído yo tantas veces aquella extraña frase --"la Revolución es fuente de derecho"--, que comencé a dudar de mi inocencia, porque para el poder revolucionario toda insubordinación puede conducir al cadalso.
Entonces no conocía, por supuesto, los comentarios de Fidel Castro a la hora de también mandarme a detener n junto a Heberto. Yo era una mujer ambiciosa, decía, que le daba cuerdas a Heberto, que lo animaba en su antagonismo a la revolución. Luego supe que eso mismo le repitió a Heberto el teniente Pedro Alvarez Lugo, nuestro interrogador en Villamarista.
Temblando, descubrí en la pared un cascarón de metal que en otro tiempo albergó un aire acondicionado, y que ahora sólo servía para cubrir el hueco de la pared de aquella desolada habitación --¿cámara de tortura o qué? --, fría como una nevera, con un escritorio sin silla por único mueble y una gruesa alfombra roja cubriendo el suelo, de pared a pared. En medio de mi terror, me llamó la atención aquella alfombra roja, tan inusita, en lugar de mosaicos.
Por las rendijas del espacio que ocupó el aire acondicionado --tapiado ahora con tablas--, los ruidos exteriores subían y bajaban de tono, como voces fantasmales. La atmósfera se enrarecía con cada minuto que pasaba. Traté sin conseguirlo de mirar al exterior. Y como alguna luz entraba por esa rendija que yo no atinaba a encontrar, pero que tamizaba la habitación, en mi desconsuelo llegué a sentirme la convalesciente de un delirio febril.
De ultratumba parecían llegar aquellas voces, que yo no sabía si las inventaba, o si realmente existían en un lugar tan siniestro como aquél, y que acentuaban mi terror a las cuatro paredes. Y con el terror crecía en mí una idea, un deseo: morir allí, en ese momento, y hacerlos sentir culpables. Mi inocencia era total. Mi muerte no les iba a dar ni frío ni calor.
Siempre me había autocatalogado de cobarde, pues estaba llena de espantos. En primer lugar hacia la muerte. En segundo, hacia la vida. En tercero, pero de seguro compartiendo también el primer lugar, el terror a las enfermedades, a los espacios cerrados, a los elevadores, al mar, a los ritos funerarios, a las alturas, a volar, a las serpientes... Y de pronto me vi arrancando un pedazo de metal oxidado de aquel cáscaron de la pared y me corté las venas, y me inundé de sangre y empecé a empapar la alfombra de aquel cuarto de tortura.


Cuando llegó el médico con otros secuaces, lo primero que hizo fue ir y sentarse en la punta del escritorio y mirarme con desprecio desde su altura. Un siquiatra de la Seguridad, como él mismo se presentó; un tipo horrendo, gordo y con cara de perro buldog resguardada por grandes espejuelos con aros de metal y cristales calobares, y un enorme y ostentoso reloj de pulsura.
Todo su corpachón gritó a los otros:
--Está histérica.
Y se fue como vino, con su séquito de amanuences en uniformes militares como él, sin hacer caso a mis súplicas, sin permitirse la bondad de escuchar a una claustrofóbica que sólo pedía un poco de aire. Porque yo repetía una y otra vez que no me cerraran la puerta con pestillo, que no pensaba escaparme. Fue inútil.
--Está histérica.
Y sentí cómo se cerraba violentamente la puerta detrás del último de ellos y le ponía llave.


Pero tuve miedo a no morir enseguida, a desangrarme, a agonizar lenta y dolorosamente de tétanos, y no llegué a cortarme las venas. Tirada en el piso, sin dejar de temblar, ahogada en lágrimas, comenzó a brotar de mi pecho una oración. Y oomo lo que más temía era perder el control absoluto, y enloquecer y que me quisieran sedar a la fuerza, traté de dominarme. Al principio creía que sería imposible pues estaba gobernada por el pánico y aquellas paredes me oprimían el pecho, se derrumbaban sobre mí. Encerrada por primera vez entre cuatro paredes, con el cerrojo echado por fuera, era lo último que podía soportar un claustrofóbico. Aire, quería aire. Temblaba de frío pero necesita respirar aire puro, que se abriera la puerta, que un viento terrible arrasara con las paredes. No quería paredes. Lo terrible era cuando me detenía a pensar en lo que estaba sucediendo. Por eso, dominar la ansiedad, que mi respiración se hiciera normal, era todo cuanto deseaba en ese momento.
Me habían quitado las pastillas para los nervios que siempre llevaba conmigo por miedo a que un ataque de pánico me azotara en plena calle. Nunca me había pasado, pero temía perder el control en cualquier momento, y que me gobernasen los pensamientos obsesivos sobre la muerte y las enfermedades, y se desatase dentro de mí ese animal salvaje que dominaba la mente con sus ataques de pánico. Hubiera podido ocurrir en cualquier instante en plena calle. Con los nervios destrozados y acompañada siempre de una angustia muy grande, aún sin parecerlo a simple vista, yo era entonces una enferma que necesitaba con carácter preventivo esas píldoras, mi muletilla, para sentirme "segura" en un medio tan inseguro como el que vivía.
Y de pronto, me habían despojado de mis pastillas. Diazepan y Trifluoperazine, que era lo que siempre llevaba conmigo,como amuletos contra la claustrofobía, contra el horror de mirar la vida desde el ruedo. Si alguna vez me sentía muy nerviosa, tomaba la ridícula dosis de un cuarto de pastilla, no más, porque también entre mis obsesiones estaba la de morir por exceso de medicinas o porque sencillamente tuviese una reacción alérgica, como la fatal que dicen producía aquella pastilla rosada de Marplam, si se tomaba al mismo tiempo que yogurt.
Rezaba apoyándome en la oración para dejar que el poco aire que tomaba fuera llenándome de una energía casi divina. El prana alojándose en mi sangre y en mis huesos. Lo hacía como el que repite un mantra, sin pensar en las palabras, sólo en el sonido que producen. Una oración repetida mil veces, alejando los malos pensamientos, la ansiedad , la desesperación, el miedo. Bloqueando la realidad.
Y entonces, del modo más inesperado, descubrí que aquellas cuatro paredes se ensanchaban, iban creciendo y creciendo, como si fueran elásticas. Y aún teniendo el mismo tamaño eran sin embargo de otra dimensión, una dimensión física, cuántica.
Comencé a imaginar que el mundo fuera de mí no existía, que mi soledad era mía, que no tenía nada que temer porque el mundo era del tamano de la horrible habitación , y yo, un ser libre, libre dentro de aquel espacio infinito que me pertenecía por completo.
Y entonces inicié la operación a la inversa: comencé a achicar el mundo, a acortarlo, y fue haciéndose cada más pequeño, mínimo, hasta que sólo tuvo el tamaño del espacio que ocupaba mi cuerpo. Enseguida me sentí relajada y segura, dueña de mí. Había vencido la claustrofobia. Habitaba yo a la sombra del Altísimo, como dice el Salmista.
Volvió a abrise la puerta para dar paso ahora al mismo oficial que estaba de guardia en la carpeta cuando me trajeron a la Seguridad. Traía en la mano una pastilla casi del tamaño de una hostia. Quería que me la tragase como fuera. Me negué, y le exigí que me devolviera las mías, las que habían confiscado junto con mi cartera. Se negó, y con voz descompuesta gritó aquel "Peor para ti".
Pero ya yo no necesitaba pastillas. Así que no me importó cuando, viendo mi resistencia, se marchó cerrando con violencia la puerta. Esta vez no sentí miedo cuando corrió el pestillo.
No había transcurrido mucho tiempo, quizás unos quince minutos, cuando volvió a oirse que descorrían el cerrojo, y por la puerta entreabierta asomó la cabeza gris un oficial viejo, quien en tono estricto pero amable me preguntó si tenía frío. De sobra sabía él que aquel cuarto de tortura, con alfombra roja, seguro que para disimular la sangre de sus victimas, estaba helado.
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Saturday, March 15, 2008


Anoche fueron presentados en París los libros Después de Giselle, de Isis Wirth, y mi libro La otra mejilla. Aquí les pongo el video que hizo para Telebemba, Ricardo Vega.

Gracias a la incansable y querida amiga Zoé Valdés, por haber publicado mi libro en sus hermosas ediciones Lunáticas ZV.
Visiten el blog de Zoé para más detalles y porque siempre, a diario, trae algo nuevo y maravilloso que leer.


www.zoevaldes.skyrock.com




Online Videos by Veoh.com


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Wednesday, March 12, 2008


La revista digital La Peregrina Magazine, que dirige Karin Aldrey, tiene un nuevo número circulando y además me hace un homenaje que mucho me honra porque viene de esta amiga y gran pintora y diseñadora. Y muy en especial, le agradezco de corazón a mis queridos amigos Maya Islas, Rene Abella, David Lago, Tania Diaz Castro, Raúl Rivero, Feliz José Hernández y la propia Karin, los poemas y artículos que me dedican. Muy emocionante saber que tenemos seres buenos alrededor que nos quieren y que aprecian nuestra obra. Además todo el número está precioso, digno de verse y leerse. No se lo pierdan. Es un esfuerzo colosal de esa gran artista que es Karin Aldrey.

Entren a La Peregrina aqui

www.LaPeregrinaMagazine.com

y aquí directamente al homenaje y dosier:

http://laperegrinamagazine.com/Belkis_Cuza_Male_Homenaje_Mujer.html

Saturday, February 23, 2008

AN INTERVIEW WITH ERNESTO PADILLA IN CIGAR AFICIONADO

Read in An Interview with Ernesto Padilla about his father, Padilla Cigars, and its new rating in Cigar Aficionado (93 points).



Lea la entrevista en http://www.lacasaazulcubana.blogspot.com



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Monday, February 18, 2008

Tuesday, January 22, 2008


La otra mejilla, mi nuevo libro de poemas, publicado por Ediciones ZV Lunáticas.

Dice Zoé Valdés en su blog:
http://zoevaldes.skyrock.com/1.html

Raúl Rivero en El Mundo, España, sobre La otra Mejilla de Belkis Cuza Malé.

Raúl Rivero escribe esta bella crónica en El Mundo, España, y dedica una parte al poemario La Otra Mejilla de Belkis Cuza Malé (Ediciones ZV Lunáticas, diciembre 2007). El libro se puede adquirir enviando un pedido a lunaticas@wanadoo.fr. El precio es de 16 euros. La portada e ilustraciones interiores ha sido pintadas y dibujadas por Belkis Cuza Malé.

CULTURA


La calumnia no perdona

En la portada del libro hay una flor acorazada, azul añil y dispareja. Se quiere salir de un búcaro que parece una jota grávida. La pintó Belkis Cuza Malé (Santiago de Cuba, 1942) y le ha pedido a la colección Lunáticas ZV que la ponga a la entrada de los poemas que reúne ahora bajo el título de La otra mejilla.

La edición es una joya y los poemas son buenos y están heridos. Es la poesía fuerte y cuidada que viene desde los primeros libros de la escritora. Los versos comunicativos y hondos de Tiempos de sol, Cartas a Ana Frank y Juego de damas, pero que en esta colección de 76 páginas a mí se me aparecen a veces desconsolados, presos en unos espejos que alguien ha roto.

La otra mejilla está ahí, descubierta, indefensa, dispuesta para el azote inminente de la mano visible y conocida del verdugo. Y está también el dolor del primer golpe, que se puede ver o presentir en el recorrido por los poemas.

Creo que es un libro importante en el desarrollo de la obra de Belkis Cuza Malé. Lo es porque se trata de un inventario de los años vividos, un recuento en el que pueden verse todavía algunas interrogantes, etapas y sucesos de los que casi no se sabe nada. Hay, además, un banderín con demasiadas franjas oscuras y una buena porción de flechas rotas.

Es un conjunto de crónicas hechas con la caja de herramientas de la poesía. Cuando se hace ese ejercicio, los episodios y sus piezas cortantes se sumergen y desaparecen. Lo que queda tendido en las líneas de versos son los sentimientos.

Grace Piney Roche, en su nota de presentación, lo dice de otra manera después de haber tratado de hallar alegría a toda costa en el cuaderno: «La poetisa saca a pasear a la melancolía, como a la angustia y a la nostalgia, con sus respectivas cargas de ambigüedad y también de desasosiego».

La escritora, que salió de su país en 1979, dirige la revista Linden Line Magazine y La Casa Azul, un centro cultural y galería de arte en Forth Worth, Texas, que es el lugar donde reside, pinta, escribe y trabaja como consejera espiritual.

Ella fue arrestada y sometida a interrogatorios por la policía política en 1971, acusada de incitar a su esposo a realizar actividades contrarrevolucionarias. En ese momento estaba casada con el poeta Heberto Padilla, protagonista de la primera gran ruptura de los intelectuales con el régimen a raíz de la publicación de su libro Fuera del Juego. Padilla murió en Alabama, Estados Unidos, en el otoño de 2000.

Después de estas dos notas de muertes y tristezas hay que terminar con estos versos del cuaderno de Belkis: «Los espejos, ¿quién rompió los espejos?/ ¿quién hizo trizas la noche y arrastró/ la memoria como un disco de fonógrafo/ y se cosió un uniforme/ y al cinto una pistola?».


# Posted on Saturday, 19 January 2008 at 12:57 Edited on Saturday, 19 January 2008 at 13:54
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Nota: La otra mejilla puede ser adquirida enviando money order internacional en dólares USA, por la cantidad de $16 a nombre de Lunaticas Prod. Para informes, escribir a lunaticas@wanadoo.fr

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