DESCRIPCIÓN DEL BLOG:

Es un blog literario dedicado íntegramante a destacar la figura de Heberto Padilla, escritor, poeta y hombre de pensamiento dentro del marco de las letras cubanas, así como, develar la génesis y las consecuencias dentro de la cultura hispana y universal del llamado Caso Padilla. Es nuestra intención acopiar documentos éditos e inéditos sobre el particular a modo de esclarecer las circunstancias que rodearon este momentum histórico y preservarlo como legado a las generaciones más jóvenes de escritores, poetas y artistas cubanos e hispanohablantes en general.

lunes, 22 de enero de 2024

EL CONCEPTO DE LA ILUMINACIÓN – Por: Jacobo Grinberg, de su obra «El Sabor de la Iluminación» 9 enero 2024 por idafe «Un discípulo se quedó dormido y soñó que había llegado al paraíso. Pero, para su asombro, vio que allí estaban sentados el Maestro y los demás discípulos, absortos en la meditación. »¿Y esto es la recompensa del paraíso?, exclamó. »¡Si es exactamente lo que hacíamos en la tierra! »Entonces oyó una voz que exclamaba: ¡Insensato, ¿Acaso piensas que esos que ves meditando están en el paraíso? Pues bien, es justamente lo contrariao, el paraíso está en ellos. Anthony de Mello La Iluminación no es un lugar geográfico o un evento externo, no requiere de parajes especiales o de aislamientos. Más bien, acontece cuando la Realidad es percibida sin filtros ni descripciones intermediarias. Cuando un niño nace, su percepción no se encuentra estructurada. Tanto sus padres corno la comunidad y la escuela se encargan de conformar su percepción de acuerdo con los moldes establecidos. Aquellas formas de sentir y ver el mundo que son aceptadas por la sociedad son recompensadas y las que no se ajustan, se oponen o contradicen las normas comunitarias, son castigadas. Poco a poco y en un lapso que dura años, el niño aprende a permanecer en el estado que se le ha impuesto y a negar o reprimir las formas de ser cuya manifestación se ha castigado. Cuando este proceso se completa, la Realidad y el sujeto que la percibe se separan y en lugar de una percepción fresca y directa de la Realidad, ésta se filtra utilizándose una descripción del mundo. Esta descripción no solamente limita la percepción, sino que la transforma y acomoda haciéndola congruente con las estructuras conceptuales que se han internalizado. El proceso de internalización hace innecesarios los controles externos; los premios y castigos de la sociedad. El sujeto se ha convertido en un defensor y un exponente de las mismas estructuras que ahora actúan desde su interior sin darse cuenta de ellas. En otras palabras, la Realidad se confunde con la estructura y la descripción aprendida, y ésta última se fija y considera como la única válida. Se crea así un tema básico o un mito que no se puede ver como tal porque es él quien determina el sentir y la forma de ver. Puesto que la mayoría de los componentes de la misma comunidad han internalizado un similar mito y una parecida descripción, se sostiene ésta por el acuerdo interpersonal. Sabemos ya por los últimos descubrimientos neurofisiológicos, que los patrones de la actividad cerebral de un sujeto se transfieren a otros sujetos. El hecho de que un ser humano viva en un espacio en el cual se inscriban modos similares de actividad cerebral, hace que sus propios patrones se refuercen y mantengan. En un experimento publicado en la década de los 80, el autor y E. Roy John, del Brain Research Laboratory de la ciudad de Nueva York, demostramos que las expectativas que un sujeto tiene acerca de la realidad que percibe, determinan cambios en su actividad cerebral acordes con las expectativas (las descripciones y estructuras conceptuales que posee) y no con la realidad. En otros experimentos realizados en la Universidad de México, el autor y Julieta Ramos demostramos que los patrones cerebrales específicos de un sujeto afectan a otros sujetos, los cuales mimetizan en su cerebro la actividad de los cerebros circundantes. Por lo tanto, la forma de interpretar el mundo modifica la actividad cerebral y esta modificación se transfiere de cerebro a cerebro. Cuando alguien es capaz de darse cuenta de que su percepción de la Realidad no es pura, sino determinada por el mito que ha hecho suyo y puede darse cuenta de las características y del poder de este último, da un primer paso hacia la Iluminación. El estado de Iluminación implica la desaparición de todo filtro en la percepción, tanto del entorno como de sí mismo. Esta desaparición hace que no exista preconcepción ni estructura de separación entre el sujeto y la Realidad. Por lo mismo, el estado de Iluminación no puede describirse, puesto que trasciende el razonamiento lineal. “Si uno pudiese aniquilarse a sí mismo aunque fuera por un instante —yo digo que aún menos que por un instante— todo sería suyo, junto con todo lo que es en sí mismo, pero mientras que en cualquier grado tu mente esté en ti o en cualquier otra cosa, sabrás tan poco de Dios como mi boca sabe del color o mi ojo acerca del sabor, Así de poco sabes lo que es Dios Meister Eckhart La aniquilación a la que se refiere Eckhart es la del mito de identidad sostenido por las estructuras introyectadas, aquellas que confundimos con nuestra naturaleza real y que compartimos con los seres humanos que, como nosotros, han sido educados en forma similar y que, por lo tanto, perciben también de forma similar a nosotros. “La modalidad de la época es el determinado conjunto de campos de energía que los seres humanos perciben. »…La época determina el modo de percibir; determina cuál conjunto de campos de energía, en particular, de entre un número incalculable de ellos, será percibido. »Manejar la modalidad de la época, ese selecto conjunto de campos de energía, absorbe toda nuestra fuerza, dejándonos sin nada que pueda ayudarnos a percibir otros campos de energía, otros mundos.” Don Juan Matus Pero la Iluminación no sólo determina un cambio en la percepción externa sino, sobre todo, un descubrimiento acerca de la naturaleza de quien percibe y un contacto íntimo con un sí mismo puro y libre de ataduras. “Buda es el Yo Puro.” Lama Lhundup La identidad personal sufre una verdadera expansión durante el proceso de desarrollo que desemboca en la Iluminación. Generalmente nos identificamos con nuestro cuerpo creyendo que la muerte del mismo conllevará nuestra desaparición total. Esta identidad se refuerza por la percepción que los otros tienen de uno mismo. Sin embargo, esta identidad es ilusoria y no corresponde a nuestra naturaleza esencial. “Acerca de mi propia actualización estos días, es verdaderamente creativa y destructiva. Juego con transformaciones milagrosas, penetrando todas las circunstancias y en donde me encuentre no tengo más que buscar. »Las circunstancias ya no son capaces de cambiarme. Si vienen estudiantes a buscarme, yo salgo para verlos. Ellos no me ven. Así me visto con toda clase de vestiduras. Los estudiantes inmediatamente empiezan a especular acerca de ellas, tomándolas con mis palabras. Todo esto es muy triste. Ciegos y rapados, hombres sin ojos; depende de las vestiduras que uso, verdes, amarillas, rojas o blancas. Cuando me las quito y sólo me pongo la vestidura de la pureza, los estudiantes ven un reflejo y se reúnen entre ellos con gozo. Y cuando me desvisto, ellos se desilusionan y corren sorprendidos, asustados, y se quejan de mi desnudez. Así es que yo les digo: ¿Conocen en verdad a ‘mí”, quien se viste con todas estas vestiduras? Y súbitamente ellos vuelven sus caras y me reconocen. Rinzai Gigen El cuerpo, la mente, las emociones, son otras tantas vestiduras del verdadero Yo, el cual se viste con ellas, pero se encuentra en un lugar “fuera” del espacio y tiempo, más allá de todo concepto y explicación. El contacto con quien verdaderamente somos es la Iluminación. En ella no desaparece la individualidad, sino que se expande para abarcarlo todo. “Todos los Budas y todos los seres sintientes no son otra cosa sino la Única Mente fuera de la cual nada existe. Esta Mente, la cual no tiene inicio, no tuvo nacimiento y es indestructible, no es verde ni amarilla y no posee forma o apariencia. No pertenece a la categoría de las cosas que existen o no existen, ni tampoco puede considerársele en términos de nuevo o viejo. No es ni larga ni corta, grande o pequeña, porque trasciende lodos los límites, medidas, nombres, trazos y comparaciones. Es lo que ves en frente de ti. Comienza a razonar sobre ello e inmediatamente caerás en el error. Es como el vacío sin límites que no puede ser medido. La Única Mente en sí es el Buda y no existe diferencia entre Buda y los seres sintientes excepto que estos últimos están apegados a las formas y buscan en el exterior la Budeidad. Por el solo hecho de buscarla, lo pierden, porque implica usar el Buda para buscar al Buda y usar lo mente pare encontrar la Mente. Aun cuando lo intenten por un eón completo, no serán capaces de lograrlo. Ellos no saben que si pusieran un alto al pensamiento conceptual y olvidaran su ansiedad, el Buda aparecería frente a ellos porque esta Mente es el Buda y el Buda es todos los seres vivos. No disminuye por manifestarse en seres ordinarios y no se engrandece por manifestarse en los Budas.» Huang Po Por lo tanto, el concepto de la Iluminación indica que ésta aparece cuando un sujeto logra percibirse a sí mismo en Unidad con una naturaleza que se encuentre en todo. Lo Realidad a la que tiene acceso el Iluminado es esa misma naturaleza que no admite separación alguna entre el Observador y lo observado. Por otro lado, la Iluminación no puede describirse, sino solamente vivirse. Cuando alguien trata de llegar a la Iluminación a través del pensamiento racional fracasa puesto que la Iluminación trasciende a la mente condicionada. Tu vo

domingo, 21 de enero de 2024

De nuevo en torno al caso Padilla NICASIO SILVERIO Resulta en cierto modo inquietante tropezarse de nuevo, como por sorpresa, y a estas alturas del juego, con la manera en que todavía se recuerdan y analizan los hechos que rodearon, en 1968, a la publicación en Cuba del poemario Fuera del juego de Heberto Padilla. Y no sólo porque esos poemas sigan resonando al más alto nivel académico mundial, sino sobre todo porque estas novísimas aproximaciones al texto se realicen todavía desde la estéril y mentirosa perspectiva de la burocracia cultural cubana. La de entonces, y la idéntica de ahora. La más reciente pedantería nos llega de alguien que desestima burlonamente a Padilla y a su poesía, acusándolo, entre otros espantos, de haber politizado, malgastándolos, sus dones poéticos. Si de politizar se tratase, y para ceñirnos sólo a una pequeña parte del siglo XX, habría que echar de las bibliotecas a la gran mayoría de los poetas españoles de la Generación del 27. Además, a casi todo el Canto General de Pablo Neruda. Y desde luego a muchísima poesía revolucionaria cubana del 59 a la fecha. Que ni es poesía, ni es revolucionaria. En Cuba todo se politiza. Desde la Constitución de Guáimaro hasta la Libreta de Racionamiento. Y estoy de acuerdo con que quizás por la estrecha, inestable y casi incestuosa convivencia entre la poesía politizada y el panfleto podríamos convenir en líneas generales en que el arte se descalifica a sí mismo cuando deviene partisano. Pero lo que no me parece bien es permitir a algunos, a Pablo Neruda, por ejemplo, escribir bodrios como su Oda a Stalin, y negarle la misma licencia al resto de la humanidad. De hecho, la radical politización del entorno cubano en todas y cada una de sus manifestaciones constituyó de siempre una de las más profundas obsesiones estratégicas del monstruoso experimento social de la isla. Obsesiones que llegaron a buen fin a través de aquel discurso desde el poder que en principio pareció joven, vigoroso y seductor, para más tarde convertirse en chulesco, chato y bestial. El castillo de irás y no volverás, vaya. Sólo que ahora el castillo se situó en el idílico Caribe, hacia donde acudieron muchedumbres anhelantes de un papel de moscas pegajoso en busca de una utopía inasequible, como todas. Pero algo inesperado le ocurriría en 1968 a la deliberada dinámica de la construcción artificial, y oficial, de un nuevo discurso cultural cubano. Algo con claros antecedentes en el tardío discurso de Nikita Kruschev de 1956 ante el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, en el que denunció los horrores del estalinismo. Desde la perspectiva de los años 60 resultaba claro que la diatriba de Kruschev, por insincera que fuera, había contribuido a liberar poderosas energías político-sociales que hasta ese momento habían permanecido ocultas por el terror. Durante su estancia en la Unión Soviética en 1963, Padilla fue testigo presencial de aquel despertar cultural iniciado en el 56. Y en medio de aquella fiebre de cambio, pudo haber pensado que los escritores soviéticos de la época necesitarían de un radical replanteamiento del discurso cultural, y que el cambio debería comenzar por el lenguaje. Es decir, por el análisis de la función del lenguaje, y de la poesía, en una sociedad libre. Según la disidencia, se imponía en la Unión Soviética la creación de una nueva gramática de las artes, de todas las artes, que posibilitara conversar en libertad sobre el mundo real, y no sobre los cantos de sirena del Estado. En pocas palabras, Padilla intuyó en Moscú el peligroso descubrimiento de que el reyecito criollo andaba en cueros desde siempre. Los disfraces prestados, las ideas también prestadas y ajadas por el tiempo. El déspota cubano que había logrado mantener vigente en Cuba el futuro de hambre, campos de concentración y miseria que Valeriano Weyler había prometido a sus superiores en Madrid cuando asumió el mando militar de la isla. Y Padilla intuyó que los artificios teatrales del poder se vendrían abajo en Cuba, como estaba a punto de suceder en la propia Unión Soviética. Y tuvo el valor de enfrentar aquel monstruoso aparato propagandístico armado solamente de su poesía. Un proyecto de vida que sólo un inocente niño travieso, como suele ser todo artista de talento, y como en el fondo era Padilla, podía imaginar en aquellos momentos. Y hoy, en la distancia, a la vista de la historia reciente, nos damos cuenta que Padilla ganó la partida. Que tenazmente persiguió su objetivo, aunque le costara el sosiego de sus años últimos. Escritor cubano residente en Miami. Extraído de El Nuevo Herald