DESCRIPCIÓN DEL BLOG:

Es un blog literario dedicado íntegramante a destacar la figura de Heberto Padilla, escritor, poeta y hombre de pensamiento dentro del marco de las letras cubanas, así como, develar la génesis y las consecuencias dentro de la cultura hispana y universal del llamado Caso Padilla. Es nuestra intención acopiar documentos éditos e inéditos sobre el particular a modo de esclarecer las circunstancias que rodearon este momentum histórico y preservarlo como legado a las generaciones más jóvenes de escritores, poetas y artistas cubanos e hispanohablantes en general.

miércoles, 7 de enero de 2015





RepresiónIntelectualesHeberto Padilla, La denuncia de hoy

La mala memoria

Un artículo sobre Heberto Padilla que es más una crítica que un reconocimiento
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A raíz del reciente restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre el régimen castrista y el gobierno de EEUU, el diario español El País ha publicado el pasado 21 de diciembre una especie de dossier donde expresa: “Este cambio trae ilusiones de apertura en la Isla, pero también sirve para recordar a las víctimas del exilio, interior y exterior, y cómo este influyó indefectiblemente en el desarrollo cultural de la nación de los Martí, Carpentier y Lezama Lima”.
Así, selecciona “Los casos personales de Guillermo Cabrera Infante, brillante novelista y crítico cinematográfico; Néstor Almendros, uno de los más distinguidos directores de fotografía de la historia del cine; el vitalista escritor Eliseo Alberto y los poetas-símbolo Reinaldo Arenas y Heberto Padilla [quienes] ejemplifican bien las crueles contradicciones de la revolución cubana”.
Cada uno de los escogidos es objeto de una semblanza en la cual constan sus orígenes, alusiones a su quehacer literario y las tribulaciones que debieron sufrir por parte de la revolución castrista.
Advierto devoción, respeto en los textos alusivos a estos artistas y escritores cubanos ya desaparecidos.
Excepto en uno: el correspondiente al poeta Heberto Padilla, redactado por el escritor chileno Jorge Edwards y titulado “Disidente despistado”; título que, a mi juicio, parece anunciar más una crítica que un reconocimiento.
Afirma Edwards en su semblanza sobre Padilla que este, a su regreso de la Unión Soviética —donde se desempeñó como diplomático durante un período de la década de 1960— “soñó con encabezar una disidencia cubana. Creyó que podía ocupar ese lugar sin demasiado riesgo, protegido por su prestigio de poeta traducido a lenguas extranjeras, pero no comprendió la magnitud de la crisis interna de Cuba en los días de su regreso, la del viraje prosoviético de la revolución y la del fracaso de la zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar”.
Edwards llegó a Cuba en 1971 para ejercer labor diplomática, enviado por el gobierno chileno, entonces encabezado por Salvador Allende; es decir, cuando ya Heberto Padilla había dado a conocer su poemarioFuera del juego, en 1968, que resultara distinguido con el Premio Julián del Casal de la Uneac (Unión de Escritores y Artistas de Cuba) y que posteriormente diera pie al llamado Caso Padilla, la retractación del poeta ante los miembros de la Uneac y finalmente la cárcel para el autor. De manera que todo lo que narra Edwards en el párrafo citado, debió conocerlo de labios del propio Padilla, con quien entonces trabara amistad, o acaso la profundizara si ya existía.
Del propio párrafo aludido se podría inferir que Heberto Padilla “soñó” un sueño ingenuo, muy ingenuo —que no todos lo son—, se sobrevaloró tanto que, soñó que “protegido por su prestigio de poeta traducido a lenguas extranjeras”, aun “soñó con encabezar una disidencia cubana”.
Ahora me entero de esta quimera de Heberto Padilla, porque eso de “encabezar una disidencia cubana” está fuerte; “disidencia cubana”, que bien a bien no se sabe qué quiere decir esto, pero debemos pensar que el poeta proyectó algo así como volver a los intelectuales y artistas cubanos contra el régimen, o llamar a la población a un paro cívico o intentar fundar un partido político independiente... En fin, “una disidencia cubana”, lo cual, tratándose de Cuba, no podría ser, por ejemplo, colombiana.
En el párrafo señalado, encuentro asimismo un contrasentido. Escribe Edwards sobre el “viraje prosoviético de la revolución”. Aquí lo que se entiende es que la revolución realizó un viraje en favor de la Unión Soviética, cuando, lo que intentó decir el autor, es lo contrario.
Otro párrafo algo macarrónico del texto de Jorge Edwards es este: “... creyó que mi llegada a La Habana como representante diplomático del gobierno de Salvador Allende, con la misión breve de reabrir la embajada de Chile, podría ayudarlo, y sucedió exactamente lo contrario. Heberto me dijo demasiadas cosas, con información detallada, con humor negro, con exclamaciones provocativas, y eso sirvió para reforzar las acusaciones en contra suya”.
Pues sería otra inocencia de Heberto Padilla creer que la llegada de Edwards —como dice este— a La Habana “podría ayudarlo”. ¿Por qué podría ayudarlo? Yo no veo ninguna razón para que así fuera, si bien el escritor chileno viniese como representante de un gobierno de izquierda acólito de Fidel Castro. Si acaso, quién sabe, alguna ayuda leve, porque Heberto Padilla, por muy soñador “despistado” que fuese entonces, debía estar consciente que contra ese muro de la naciente dictadura castrista, nadie, por muy fuerte que fuese, lograría una quebradura para ayudar a alguien y menos en un caso como el de él.
“Creyó que mi llegada a La Habana...”. ¿No hay cierto protagonismo, cierta autosuficiencia en esta frase de Jorge Edwards?
Asimismo, eso de que “Heberto me dijo demasiadas cosas, con información detallada, con humor negro, con exclamaciones provocativas, y eso sirvió para reforzar las acusaciones en contra suya”, me parece una falta de pudor a estas alturas, amén de que, según pondero, no tiene nada que ver con el propósito del texto que El país le solicitara al escritor chileno.
Y otra ininteligibilidad: ¿por qué “eso sirvió para reforzar las acusaciones en contra suya”? ¿Por qué, lo que le expresara el poeta al diplomático chileno, sirvió para tal cosa?
Creo entender, con algún esfuerzo, que Heberto Padilla expresaba lo mismo que a Edwards en otros sitios —en otros sitios—, y “eso sirvió para reforzar las acusaciones en contra suya”? Pues claro, debemos estar seguros de que lo confiado a Edwards caía en tumba tapiada.
Por otra parte, afirma el escritor chileno en el escrito de marras, que a Padilla le fue otorgado el Premio Julián del Casal “gracias a los votos extranjeros del jurado”.
Esto es falso.
Para argumentarlo me remito a lo recientemente expresado por Manuel Díaz Martínez, hombre, poeta, amigo por el que me atrevo a meter en la candela no la mano, sino el brazo completo.
Anota Díaz Martínez en su blog personal, el pasado 21 de diciembre: “Edwards afirma en su texto que, ‘gracias a los votos extranjeros del jurado’, el libro de Padilla Fuera del Juego obtuvo el premio que tanto inquietó a la dictadura castrista y que dio origen al célebre Caso Padilla. El jurado que decidió ese premio lo integraron tres cubanos —José Lezama Lima, José Zacarías Tallet y yo— y dos extranjeros —el inglés J. M. Cohen y el peruano César Calvo—, de modo que si sólo los extranjeros hubiesen votado por el libro de Padilla, como dice Edwards, nuestro poeta se habría quedado con las manos vacías”.
Entonces, ¿qué ocurre con esta pifia de Jorge Edwards señalada por Díaz Martínez?, ¿un lapsus?, o, para invocar al propio Padilla, solo se debe a “la mala memoria”.
Ya ven. Así van las cosas.

Referencias:

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