DESCRIPCIÓN DEL BLOG:

Es un blog literario dedicado íntegramante a destacar la figura de Heberto Padilla, escritor, poeta y hombre de pensamiento dentro del marco de las letras cubanas, así como, develar la génesis y las consecuencias dentro de la cultura hispana y universal del llamado Caso Padilla. Es nuestra intención acopiar documentos éditos e inéditos sobre el particular a modo de esclarecer las circunstancias que rodearon este momentum histórico y preservarlo como legado a las generaciones más jóvenes de escritores, poetas y artistas cubanos e hispanohablantes en general.

martes, 16 de abril de 2013

Las botas del censor

| Por Víctor Manuel Domínguez
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -En los actos de censura o manipulaciones contra la vida y obra de los escritores cubanos, de nada sirve lo que opinen los demás. Los elegidos cancerberos de la moralina revolucionaria son los que  deciden quién forma parte o queda fuera  del acervo cultural de la nación.
Durante la pasada Feria Internacional del Libro de La Habana, se presentó (aunque no salió a la venta) una antología poética con la obra de Heberto Padilla (Pinar del Río, 1932-Alabama, 2000), prohibida, por subversiva, desde los años 70.
De nada sirvió que la poeta, escritora, periodista y pintora Belkis Cuza Malé, quien fuera la mujer de Padilla (y hoy dirige desde Fort Worth, Texas, el centro cultural y galería de arte cubano La Casa Azul), se opusiera a esta manipulación, junto con los herederos de la obra del escritor.
Los que actúan como dueños de vidas y haciendas en el país, decidieron presentar el libro, y como si no bastara con violar el deseo de Padilla de no ser publicado en Cuba hasta que desapareciera la revolución que lo encarceló y obligó al exilio por escribir, se volvió a publicar una obra del autor.
Esta vez, un poema de su libro Fuera del Juego (Premio Julián del Casal de la UNEAC, 1968), con una foto suya, fue publicado en el número 109 de la Revista de Literatura y Libros La Letra del Escriba, correspondiente a Septiembre-Octubre-2012.
Pero a la desvergüenza de la publicación, hay que agregarle el cinismo con que se presenta el tema del texto escogido, Poética, donde Padilla convoca a decir tu verdad, “aunque te tumben a pedradas la puerta/ y se amontonen delante de tu cuerpo/ como si fueras un prodigio/o un muerto”.
Como si ya existiera la libertad de expresión en Cuba, y sin pensar que Padilla, por decir su verdad, sufrió la humillación pública de auto inculparse, 38 días de calabozo, y un exilio del que no pudo volver, se publica uno de los poemas que más se le criticó.
Y nada menos que en una publicación donde aparecen algunos escritores con anteojeras revolucionarias o compresas poéticas para no ver lo que sucede aquí, como Edel Morales, su director, o como los que perdieron la lengua al ser expulsados de la Revista Unión por permitir que apareciera la poesía lujuriosa del Aretino (1492-1556),  como le sucedió a Ernesto Pérez Chang.
Es increíble tanta sumisión y miedo, mostrado por muchos que hoy integran una espuria de intelectualidad que no pasa más allá de un título universitario, tres o cuatro libros que nadie lee, y un grueso expediente de humillaciones y acatamiento de órdenes que bajan desde lo más alto del poder.
En los últimos días, el crítico y ensayista Roberto Zurbano, autor, entre otros libros, de  El triángulo invisible del Siglo XX cubano: raza, literatura y nación, fue expulsado de su cargo como Director del Fondo Editorial de la Casa de las Américas, por expresar al New York Times que “la revolución no ha comenzado todavía para los negros”.
¿Quiénes emplearon sus botas de censor contra Zurbano, desde las trincheras de la intolerancia parapetada en la revista digital La Jiribilla? Nada menos que otros siquitrillados por deslices fuera de tonos “revolucionarios”, como son el sociólogo Esteban Morales y el poeta, narrador y profesor Guillermo Rodríguez Rivera.
La historia se repite. ¿A quién le tocará su turno después?, como dijera el poeta que  pedía también una carga para matar bribones, que nunca hizo tanta falta como en la Cuba actual.
En cualquier caso, Zurbano es joven y los censores son ya viejos, a lo mejor no tiene que esperar el destierro o la muerte, como Heberto Padilla, para que su obra vuelva a circular en el país.
vicmadomingues55@gmail.com
TOMADO DE:  http://www.cubanet.org/articulos/las-botas-del-censor/

domingo, 7 de abril de 2013

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‘Puerta de Golpe’, para coleccionistas

José Abreu Felippe

Después de Herradura, al sur de Consolación, en la provincia de Pinar del Río, en Cuba, se encuentra Puerta de Golpe, un pueblecito tabacalero de apenas 8,000 habitantes. Se dice que su nombre proviene de una talanquera que había en una de sus fincas que, al cerrarse, producía un sonido como de golpe, muy fuerte. Sea ése el motivo o cualquier otro, es un topónimo que llama la atención, algo inusual para el nombre de un pueblo, aunque no se puede negar que posee una carga literaria, muy poética. En Puerta de Golpe nació, precisamente, el poeta Heberto Padilla (1932-2000) y éste es el título que escogió su compañera de muchos años, la también poeta Belkis Cuza Malé, para su “antología personal de Heberto Padilla”. Puerta de Golpe (Linden Lane Press 2013) reúne 52 poemas de cuatro libros, El justo tiempo humano (1962), Fuera del juego (1968), El hombre junto al mar (1981) y Una fuente, una casa de piedra (1991). Ignoro por qué no habrá incluido Provocaciones (1973), libro cuya lectura en la UNEAC, los primeros días de enero de 1971, provocó –o aceleró– la detención el 20 de ese mismo mes de Padilla y de la propia Belkis. Pero los problemas de Padilla con los organismos y los representantes de la dictadura habían empezado mucho antes. Pienso que llegado a este punto, es necesario un poco de historia.
En 1967 se suscitó algo verdaderamente inusual en el mundo intelectual bajo el castrismo: una polémica. En las páginas de El caimán barbudo, un tabloide cultural, se convocó a un grupo de escritores para que opinaran de Pasión de Urbino, una novelita de Lisandro Otero (1932-2008), que se había publicado un año antes. La nota discordante la había dado Padilla, que en esencia planteaba que hablar de la novela de Otero era perder el tiempo, y proponía como motivo de debate Tres tristes tigres de Cabrera Infante (1929-2005). Padilla era un gran polemista, su pluma afiladísima, y aún hoy leer todos aquellos textos resulta un banquete para los sentidos (la edición conmemorativa de Fuera del juego que publicó Ediciones Universal en 1998 recoge todo ese material, más otros valiosos documentos relacionados con el llamado “caso Padilla”, dificilísimos de conseguir).
Al año siguiente, 1968, un año mágico donde a nivel mundial sucedieron muchas cosas imborrables, Padilla presenta su libro de poemas Fuera del juego (los problemas empezaban en el mismo título) al certamen de la Unión de Escritores, UNEAC. Cuenta Belkis que esperaron, literalmente, hasta el último minuto para entregar el manuscrito, pues temían que alguien lo interceptara y no llegara al jurado. El lema, como para que no quedaran dudas, que utilizó Padilla fue el último verso del poema Hamlet, nada más y nada menos que de Pasternak: Vivir la vida no es cruzar un campo. El libro gana el premio y se forma el escándalo (el honroso jurado estuvo formado por J. M. Cohen, César Calvo, José Z. Tallet, Manuel Díaz Martínez y José Lezama Lima).
El 10 de noviembre de ese mismo año, un ser que se hacía llamar Leopoldo Ávila, publica en las páginas de Verde Olivo, órgano de las Fuerzas Armadas, una diatriba contra Padilla que tituló Las provocaciones de Padilla. Unos días más tarde se produce una declaración de la UNEAC condenando el libro. La mesa estaba servida.
Yo tuve la suerte de conseguir uno de los pocos ejemplares que se vendieron de Fuera del juego. Era una bomba. Cualquiera que leyera el libro sabía que aquello no terminaría bien. En los primeros días de 1971, la UNEAC, tal vez para apaciguar los ánimos o para darle a Padilla una oportunidad de rectificar, prepara un recital en sus salones. Ingenuamente, a mí modo de ver, Padilla sube la parada y lee poemas de un nuevo libro llamado, precisamente, Provocaciones (en obvia respuesta al tal Leopoldo Ávila). Y, como expresé al principio, el 20 de ese mes, la Seguridad del Estado detiene a Padilla (y a Belkis). Después de una temporada en el infierno, es decir en Villa Marista, Padilla escribe poemas a la primavera y se realiza la famosa autocrítica en la UNEAC, al más fino estilo estalinista, con el consiguiente y muy conocido escándalo internacional.
Padilla logra salir de Cuba en 1980, pero ya nunca sería la misma persona. Yo pienso que no pudo recuperarse del todo. Murió en Auburn, Alabama, el 24 de septiembre del 2000, Día de Nuestra Señora de las Mercedes, Patrona de los Cautivos. La selección de Belkis de su poesía es excelente, está ahí casi todo lo fundamental. De El justo tiempo humano, entre otros, el poema que le da título al libro Puerta de Golpe, Infancia de William Blake y Dones ( No te fue dado el tiempo del amor ni el tiempo de la calma), estos dos últimos, poemas fundacionales de la literatura cubana. Igual ocurre con Fuera del juego y el resto de los libros incluidos. La antología se enriquece con fotografías y una entrevista a Padilla realizada por Miguel Ángel Zapata. En fin, un material para coleccionistas y amantes de la buena poesía.• 



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miércoles, 3 de abril de 2013

 
 
Diario Las Americas
Publicado el 04-01-2013
Un portazo que redefinió el rumbo de la literatura cubana
POR LUIS DE LA PAZ
http://diariolasamericas.com/uploaded_pictures/154620_1.jpg   Uno de los episodios más bochornosos en torno a la cultura cubana bajo el castrismo fue “El Caso Padilla”, por el cual el escritor Heberto Padilla (Puerta de Golpe, Pinar del Río, Cuba, 1932- Auburn, Alabama, Estados Unidos, 2000) fue a parar a la cárcel, se le obligó a retractarse públicamente y, al peor estilo de los procesos de Moscú bajo Stalin, fue condenado al ostracismo y luego al exilio donde como tantos otros falleció, creo, sin haberse él mismo recuperado del todo de “El Caso Padilla”. Fue un duro golpe que redefinió el rumbo de la literatura cubana, algo que ha perdurado hasta nuestros días, aun cuando este año, durante la Feria del Libro de La Habana, se dio a conocer Una época para hablar, edición “no vendible” con la poesía completa de Heberto Padilla.

En esta carrera acelerada por parte del aparato cultural de la dictadura cubana por adueñarse del nombre y la obra de los artistas que ellos mismos forzaron al exilio (sin reconocer que les destruyeron parte de sus vidas y que sus obras estuvieron y están censuradas en Cuba), no tiene la altruista intención de redimir a estos escritores, sino el malicioso propósito de distanciarlos del contexto donde tuvieron que rehacer sus vidas.

Mientras en Cuba publican a Padilla por primera vez en más de cuarenta años, en el exilio, la escritora Belkis Cuza Malé (Guantánamo, 1942), su compañera por muchos años, madre de sus hijos y también protagonista de “El Caso Padilla”, ha preparado Puerta de Golpe, mi antología personal de Heberto Padilla (Linden Lane Press, Texas, 2013), donde reúne “aquellos poemas de Heberto Padilla que impactaron mi vida a lo largo de todos estos años junto a él. Poemas que vi nacer y con los que conviví desde época muy temprana”, ha expresado la escritora.

En el libro se recogen poemas de El justo tiempo humano (1962); Fuera del juego (1968), el polémico libro que lo llevó a prisión; El hombre junto al mar (1981), ya en el exilio y Una fuente, una casa de piedra (1991). Como lector me hubiera gustado leer trabajos de su primer poemario, Las rosas audaces (1948), un libro de juventud, pero curioso para una antología, aunque sea personal, y en particular de Provocaciones (1971), pieza clave también en el proceso “El Caso Padilla”.

La selección de Cuza Malé prácticamente abre con Dones, uno de los grandes poemas de Padilla y uno de los tesoros poéticos de la literatura cubana de todos los tiempos. “No te fue dado el tiempo abierto/ como un arco hacia la edad de la esperanza”. Del emblemático Fuera del juego, Belkis selecciona, entre otros, No fue un poeta del porvenir y el armónico texto Una muchacha se está muriendo entre mis brazos: “Dice que es la desconcertada de un peligro mayor./ Que anduvo noche y día para encontrar mi casa./ Que ama las piedras grises de mi cuarto./ Dice que tiene el nombre de la Reina de Saba”.

Este es un libro, explica la antóloga, “personal, lleno de claves, si se quiere, acompañado de algunas viejas fotos”, imágenes que fortalecen la edición, que se completa con una entrevista a Padilla, realizada por el poeta peruano Miguel Ángel Zapata en 1987. En fin, un homenaje, más que oportuno, a uno de los más destacados poetas cubanos del siglo XX.

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