Publicado el
sábado 06 de
abril
del 2013
‘Puerta de Golpe’, para coleccionistas
José Abreu Felippe
Después de Herradura, al sur de Consolación, en
la provincia de Pinar del Río, en Cuba, se encuentra Puerta de Golpe, un
pueblecito tabacalero de apenas 8,000 habitantes. Se dice que su nombre
proviene de una talanquera que había en una de sus fincas que, al
cerrarse, producía un sonido como de golpe, muy fuerte. Sea ése el
motivo o cualquier otro, es un topónimo que llama la atención, algo
inusual para el nombre de un pueblo, aunque no se puede negar que posee
una carga literaria, muy poética. En Puerta de Golpe nació,
precisamente, el poeta Heberto Padilla (1932-2000) y éste es el título
que escogió su compañera de muchos años, la también poeta Belkis Cuza
Malé, para su “antología personal de Heberto Padilla”. Puerta de Golpe (Linden Lane Press 2013) reúne 52 poemas de cuatro libros, El justo tiempo humano (1962), Fuera del juego (1968), El hombre junto al mar (1981) y Una fuente, una casa de piedra (1991). Ignoro por qué no habrá incluido Provocaciones (1973),
libro cuya lectura en la UNEAC, los primeros días de enero de 1971,
provocó –o aceleró– la detención el 20 de ese mismo mes de Padilla y de
la propia Belkis. Pero los problemas de Padilla con los organismos y los
representantes de la dictadura habían empezado mucho antes. Pienso que
llegado a este punto, es necesario un poco de historia.
En 1967 se suscitó algo verdaderamente inusual en el mundo intelectual bajo el castrismo: una polémica. En las páginas de El caimán barbudo, un tabloide cultural, se convocó a un grupo de escritores para que opinaran de Pasión de Urbino, una novelita de Lisandro Otero (1932-2008), que se había publicado un año antes. La nota discordante la había dado Padilla, que en esencia planteaba que hablar de la novela de Otero era perder el tiempo, y proponía como motivo de debate Tres tristes tigres de Cabrera Infante (1929-2005). Padilla era un gran polemista, su pluma afiladísima, y aún hoy leer todos aquellos textos resulta un banquete para los sentidos (la edición conmemorativa de Fuera del juego que publicó Ediciones Universal en 1998 recoge todo ese material, más otros valiosos documentos relacionados con el llamado “caso Padilla”, dificilísimos de conseguir).
Al año siguiente, 1968, un año mágico donde a nivel mundial sucedieron muchas cosas imborrables, Padilla presenta su libro de poemas Fuera del juego (los problemas empezaban en el mismo título) al certamen de la Unión de Escritores, UNEAC. Cuenta Belkis que esperaron, literalmente, hasta el último minuto para entregar el manuscrito, pues temían que alguien lo interceptara y no llegara al jurado. El lema, como para que no quedaran dudas, que utilizó Padilla fue el último verso del poema Hamlet, nada más y nada menos que de Pasternak: Vivir la vida no es cruzar un campo. El libro gana el premio y se forma el escándalo (el honroso jurado estuvo formado por J. M. Cohen, César Calvo, José Z. Tallet, Manuel Díaz Martínez y José Lezama Lima).
El 10 de noviembre de ese mismo año, un ser que se hacía llamar Leopoldo Ávila, publica en las páginas de Verde Olivo, órgano de las Fuerzas Armadas, una diatriba contra Padilla que tituló Las provocaciones de Padilla. Unos días más tarde se produce una declaración de la UNEAC condenando el libro. La mesa estaba servida.
Yo tuve la suerte de conseguir uno de los pocos ejemplares que se vendieron de Fuera del juego. Era una bomba. Cualquiera que leyera el libro sabía que aquello no terminaría bien. En los primeros días de 1971, la UNEAC, tal vez para apaciguar los ánimos o para darle a Padilla una oportunidad de rectificar, prepara un recital en sus salones. Ingenuamente, a mí modo de ver, Padilla sube la parada y lee poemas de un nuevo libro llamado, precisamente, Provocaciones (en obvia respuesta al tal Leopoldo Ávila). Y, como expresé al principio, el 20 de ese mes, la Seguridad del Estado detiene a Padilla (y a Belkis). Después de una temporada en el infierno, es decir en Villa Marista, Padilla escribe poemas a la primavera y se realiza la famosa autocrítica en la UNEAC, al más fino estilo estalinista, con el consiguiente y muy conocido escándalo internacional.
Padilla logra salir de Cuba en 1980, pero ya nunca sería la misma persona. Yo pienso que no pudo recuperarse del todo. Murió en Auburn, Alabama, el 24 de septiembre del 2000, Día de Nuestra Señora de las Mercedes, Patrona de los Cautivos. La selección de Belkis de su poesía es excelente, está ahí casi todo lo fundamental. De El justo tiempo humano, entre otros, el poema que le da título al libro Puerta de Golpe, Infancia de William Blake y Dones ( No te fue dado el tiempo del amor ni el tiempo de la calma), estos dos últimos, poemas fundacionales de la literatura cubana. Igual ocurre con Fuera del juego y el resto de los libros incluidos. La antología se enriquece con fotografías y una entrevista a Padilla realizada por Miguel Ángel Zapata. En fin, un material para coleccionistas y amantes de la buena poesía.•
En 1967 se suscitó algo verdaderamente inusual en el mundo intelectual bajo el castrismo: una polémica. En las páginas de El caimán barbudo, un tabloide cultural, se convocó a un grupo de escritores para que opinaran de Pasión de Urbino, una novelita de Lisandro Otero (1932-2008), que se había publicado un año antes. La nota discordante la había dado Padilla, que en esencia planteaba que hablar de la novela de Otero era perder el tiempo, y proponía como motivo de debate Tres tristes tigres de Cabrera Infante (1929-2005). Padilla era un gran polemista, su pluma afiladísima, y aún hoy leer todos aquellos textos resulta un banquete para los sentidos (la edición conmemorativa de Fuera del juego que publicó Ediciones Universal en 1998 recoge todo ese material, más otros valiosos documentos relacionados con el llamado “caso Padilla”, dificilísimos de conseguir).
Al año siguiente, 1968, un año mágico donde a nivel mundial sucedieron muchas cosas imborrables, Padilla presenta su libro de poemas Fuera del juego (los problemas empezaban en el mismo título) al certamen de la Unión de Escritores, UNEAC. Cuenta Belkis que esperaron, literalmente, hasta el último minuto para entregar el manuscrito, pues temían que alguien lo interceptara y no llegara al jurado. El lema, como para que no quedaran dudas, que utilizó Padilla fue el último verso del poema Hamlet, nada más y nada menos que de Pasternak: Vivir la vida no es cruzar un campo. El libro gana el premio y se forma el escándalo (el honroso jurado estuvo formado por J. M. Cohen, César Calvo, José Z. Tallet, Manuel Díaz Martínez y José Lezama Lima).
El 10 de noviembre de ese mismo año, un ser que se hacía llamar Leopoldo Ávila, publica en las páginas de Verde Olivo, órgano de las Fuerzas Armadas, una diatriba contra Padilla que tituló Las provocaciones de Padilla. Unos días más tarde se produce una declaración de la UNEAC condenando el libro. La mesa estaba servida.
Yo tuve la suerte de conseguir uno de los pocos ejemplares que se vendieron de Fuera del juego. Era una bomba. Cualquiera que leyera el libro sabía que aquello no terminaría bien. En los primeros días de 1971, la UNEAC, tal vez para apaciguar los ánimos o para darle a Padilla una oportunidad de rectificar, prepara un recital en sus salones. Ingenuamente, a mí modo de ver, Padilla sube la parada y lee poemas de un nuevo libro llamado, precisamente, Provocaciones (en obvia respuesta al tal Leopoldo Ávila). Y, como expresé al principio, el 20 de ese mes, la Seguridad del Estado detiene a Padilla (y a Belkis). Después de una temporada en el infierno, es decir en Villa Marista, Padilla escribe poemas a la primavera y se realiza la famosa autocrítica en la UNEAC, al más fino estilo estalinista, con el consiguiente y muy conocido escándalo internacional.
Padilla logra salir de Cuba en 1980, pero ya nunca sería la misma persona. Yo pienso que no pudo recuperarse del todo. Murió en Auburn, Alabama, el 24 de septiembre del 2000, Día de Nuestra Señora de las Mercedes, Patrona de los Cautivos. La selección de Belkis de su poesía es excelente, está ahí casi todo lo fundamental. De El justo tiempo humano, entre otros, el poema que le da título al libro Puerta de Golpe, Infancia de William Blake y Dones ( No te fue dado el tiempo del amor ni el tiempo de la calma), estos dos últimos, poemas fundacionales de la literatura cubana. Igual ocurre con Fuera del juego y el resto de los libros incluidos. La antología se enriquece con fotografías y una entrevista a Padilla realizada por Miguel Ángel Zapata. En fin, un material para coleccionistas y amantes de la buena poesía.•
http://www.elnuevoherald.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario