DESCRIPCIÓN DEL BLOG:

Es un blog literario dedicado íntegramante a destacar la figura de Heberto Padilla, escritor, poeta y hombre de pensamiento dentro del marco de las letras cubanas, así como, develar la génesis y las consecuencias dentro de la cultura hispana y universal del llamado Caso Padilla. Es nuestra intención acopiar documentos éditos e inéditos sobre el particular a modo de esclarecer las circunstancias que rodearon este momentum histórico y preservarlo como legado a las generaciones más jóvenes de escritores, poetas y artistas cubanos e hispanohablantes en general.

jueves, 21 de febrero de 2013


ALEJANDRO RIOS: Segundo ‘Caso Padilla’

 
En el Instituto Cubano del Libro donde trabajé, el poeta ultrajado iba a buscar traducciones. Era la forma de vida que le habían ofrecido luego de haberlo fustigado por escribir un libro impropio, Fuera del juego.
Aquel poemario memorable había sido premiado y luego publicado en 1968 con una coletilla obscena donde la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), condenaba su contenido por contrarrevolucionario. A Heberto Padilla le tocó ser, lamentablemente, uno de los primeros chivos expiatorios de la temprana intolerancia castrista. Fue apresado, como un vulgar delincuente, y lo hicieron protagonizar un capítulo a semejanza de los vergonzantes procesos estalinistas donde debió confesar su arrepentimiento por haberse prestado a ser parte del enemigo.
El llamado “Caso Padilla”, en 1971, fue la causa de que cándidos intelectuales internacionales perdieran la banda que cubría sus ojos y les impedía ver la verdadera naturaleza de la dictadura castrista para con sus intelectuales y reveló, por las malas, que había que estar “dentro de la revolución” porque los que estuvieran “fuera” serían castigados con saña.
El año pasado se dio a conocer un documental de Rebeca Chávez titulado Luneta No. 1 sobre la política cultural de la revolución donde, por primera vez, le permiten a un director de cine hacer uso de un breve fragmento donde se ve a Heberto Padilla actuando su mea culpa en un salón de la UNEAC con la suficiente habilidad e inteligencia para que sus semejantes de otras partes del mundo supieran en la difícil situación que se encontraba, fingiendo estar de acuerdo con las humillaciones sufridas.
Cuando Padilla iba a las oficinas del Instituto del Libro a buscar las traducciones literarias que luego no le acreditaban editorialmente, muchos de sus congéneres lo evitaban como la peste. Solamente mi colega Everardo Llanes, quien luego cometería suicidio por verse involucrado, involuntariamente, en los acontecimientos del Mariel, era quien le dirigía la palabra. Cierta vez, al retirarse el poeta, luego de su habitual conversación, Everardo me dijo: “Sigue siendo el mismo, no han podido cambiarlo”.
Después de ingentes gestiones de un prestigioso político norteamericano, Padilla pudo salir al exilio en el año 1980 donde desempeñó diversas responsabilidades académicas hasta su muerte en el 2000.
Ahora se anuncia en la Feria Internacional del Libro de La Habana la publicación de una suerte de obra poética completa del escritor, incluyendo Fuera del juego, bajo el título Una época para hablar, de las editoriales Letras Cubanas y Ediciones Luminarias, de Sancti Spíritus. La operación resulta suspicaz pues se trata de una publicación gratuita que celebra el 80 cumpleaños del poeta, encomendada, hace algunos años, por quien fuera entonces el ministro de Cultura Abel Prieto.
Han convocado a dos amigos del escritor para legitimar la edición. Pudieran haber considerado otra coletilla pero donde el gobierno se disculpara por todos los pesares que le causaron y lo marcaron de por vida. Pero no ha sido así. Aprovechan la oportunidad, ahora que no puede desmentirlos, para decir que quería volver a Cuba y, por supuesto, no han consultado a los herederos para autorizar la publicación del libro.
Otros comisarios culturales como Barnet y Fernández Retamar, que en tantos años no hicieron nada para redimirlo, se desviven en elogios. Francisco de Oraá, sin embargo, en arranque de abyección, lo vuelve a repudiar cuando escribe que “cedió a la tentación y a la ingenuidad de pretender ser un poeta disidente y obtuvo su libro peor y su desdicha”.
El blanqueo de tumbas siempre lleva aparejada un intríngulis deleznable donde la víctima sigue siendo zarandeada por los emisarios del aparato represivo que prosigue sus lamentables funciones sin avergonzarse de tanta infamia.

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